Malestar y destinos del malestar. Artes del descontento [volumen II]

38 – malestar y destinos del malestar Artes del descontento Arte y malestar La desaparición y la sensación de final Carlos Ossa Lo estético es a la vez […] el modelo secreto de la subjetividad humana en la temprana sociedad capitalista, y una visión radical de las energías humanas, entendidas como fines en sí mismas, que se torna en el implacable enemigo de todo pensamiento de dominación o instru- mental; lo estético constituye tanto una vuelta creativa a la corporalidad como la inscripción en ese cuerpo de una ley sutilmente opresiva; representa, por un lado, un interés liberador por la particularidad concreta; por otro, una forma engañosa de universalismo. Si brinda una generosa imagen utópica de reconciliación entre hombres y mujeres actualmente divididos unos de otros, no es menos cierto que no deja de obstaculizar y mistificar el movimiento político real orientado hacia esa comunidad histórica. Toda valoración de este anfibio concepto que se sustente bien en su aceptación acrítica, bien en su inequívoca denuncia, no hará sino pasar por alto su complejidad histórica real. Terry Eagleton, La estética como ideología El patrimonio es el excedente de la mercancía, sobrevive al valor de cambio y se admira por esta razón, pero el aprecio se debe también a que el patrimonio es la ne- gación del deshecho; es decir, aquello que persiste cuando todo lo demás desaparece. Por eso se guarda, atesora e intenta revalorizar para devolvernos, fantasmalmente, el goce por lo ausente. De esta manera la modernidad puede destruir sin culpa, tiene una coartada simbólica a través de la cual las cosas y el mundo frente al precipicio de su fin concluyen de modo parcial, pues un fragmento queda en reposo y listo para convertirse en colección. El museo declara una política que une la desaparición con el memorial 1 : destruye lo que recuerda y recuerda lo que destruye. Esta dimensión de la estética se vive como malestar, pero se presenta como si fuera la condición de autonomía que nos libera del tiempo homogéneo. Es una curiosa relación marcada por la imposibilidad de aceptar la diferencia, si esta no se somete a una regla cultural que la vacía y normaliza. Las cosas dejarían “algo”: un rumor, detalle o domicilio susceptible de mostrar cuando son capaces de escapar de la exhibición y el consumo; sin embargo, esa hui- da hacia lo irreductible es – en el museo – lo digno de exhibir. Así la cosa retorna cuando porta la memoria de su naufragio. No deja de ser paradojal que el museo se 1 Cf. Jean-Louis Déotte, Catástrofe y olvido. Las ruinas, Europa, el museo (1994; Santiago: Editorial Cuarto Propio, 1998).

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