Malestar y destinos del malestar. Artes del descontento [volumen II]
La ambigüedad del arte / Marie-Claude Lambotte – 33 nuestra vida cotidiana, se encuentra recubierta por múltiples formas de estetización – las cuales pueden conducir tanto al reconocimiento como a la denegación. Ella nos hace entrever aquel resto que, irreductible a toda socialización, mezcla conjun- tamente muerte y goce. Pero si aquella destrucción omnímoda sólo puede ser asida en tanto pérdida, y sobre todo pérdida de un supuesto absoluto que, en su incom- pletitud, el lenguaje no deja de recordarnos, entonces se requiere, para resolver su nostalgia y reducir su dominio, imitar el gesto del alfarero y designarla mediante los límites de un vacío, a través de un movimiento colectivo capaz de instaurar el lazo social en sus fundamentos. Esa es, por cierto, la función del artista que, al principio de este escrito, se evocaba junto con esa característica social que, desde Marx, señala el superávit de goce albergado en los objetos de intercambio y del cual únicamente profitan los detentores del capital. Hoy en día, la posición del artista se encuentra, en consecuencia, complejizada. Siempre apto a crear obras, las cuales ofrecen para- dójicamente materia a lo que no se deja atrapar – lo que hace que ellas participen del lazo social en la medida que cada quién puede encontrar ahí su propia nostalgia en un efecto de expresión – , el artista se encuentra en estos tiempos impedido de considerar sus producciones como cualquier otro objeto de intercambio. No es que ellas pierdan su aura – que justamente las define como obras de arte – , sino que ellas padecen nuestro sistema capitalista de repartición de bienes, en la medida en que, puestas en el mismo nivel de cualquier otro objeto de consumo, comparten sim- plemente con ellos aquel “plus de goce” de Lacan, desigualmente representado en nuestro sistema social. 17 . Se trata de otra manera de señalar la recuperación, siempre latente, de tales producciones. Sin embargo, más allá del objeto de intercambio, el cual parece esencialmente referido a la elección narcisista y, en consecuencia, participa del espectáculo, el ob- jeto artístico o, más ampliamente, el objeto de arte tiene por vocación expresar, casi a pesar suyo, aquel resto inaccesible que nos ronda y que es parte de nuestra estruc- tura psíquica; ese real impensable que ejerce sus efectos a través de un lenguaje o de una expresión simbólica y que, como se sabe, Lacan evoca entre otras referencias, particularmente para lo concernido en la sublimación artística, bajo la apelación de la Cosa 18 . Pues bien la Cosa no designa nada, ella está fuera del significado, pero se encuentra en el corazón de la problemática de la obra de arte, la cual da testimonio 17 Esta noción de “plus-de-goce” de Lacan es similar al efecto del objeto a : ese objeto causa o motor del deseo, así como resto del goce originario, del cual hemos sido recortados por nuestra entrada en el lenguaje bajo la forma de un significante. “Por cuanto el mercado –indica Lacan – define como una mercancía cualquier objeto del trabajo humano, este objeto porta en sí mismo algo de la plus-valía. Así, el plus-de-goce es aquello que permite aislar la función del objeto a ”. Jacques Lacan, Le séminaire, livre XVI. De un Autre à l’autre, 1968-1969 (Paris: Le seuil, 2006), 19. 18 Jacques Lacan, Le séminaire, livre VII. L’éthique de la psychanalyse, 1959-1960 (Paris: Le seuil, 1986).
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy Mzc3MTg=