Malestar y destinos del malestar. Artes del descontento [volumen II]
28 – malestar y destinos del malestar Artes del descontento te distinguir aquellas que participan de una verdadera “negatividad productiva”. De hecho, estas últimas exponen precisamente el dilema en juego de ahora en adelante que, concerniendo tanto al artista como a sus producciones, implica la pregunta por cómo sostener frente al malestar una posición analítica y crítica, rechazando toda re- cuperación institucional y sin por ello hacer caer al arte en un realismo social que no podría corresponder a su finalidad. 5 Pues, en efecto, nos encontramos aquí, en acto, con esas dos caras del goce: la del plus-de-goce implicado en el proceso de recupera- ción que refrenda la separación entre el arte de los conocedores y el arte de la masa (alta y baja culturas), así como aquella del goce victimario propio a la resignación. Más allá de la posición freudiana El arte y el artista, los cuales se vuelven inseparables en este conflicto, se encuentran, entonces, ocupando un lugar catalizador en el seno del malestar actual, conducido por los efectos de la mundialización, tanto sobre el plano económico (por ejemplo, los efectos de extensión inmediatos de los procesos financieros de un continente a otro) como sobre aquel de la comunicación (por ejemplo, la circulación internacio- nal de las informaciones en tiempo real). Estas nuevas condiciones societales que, presididas por la evolución incesante y rápida de las técnicas, no dejan de influenciar el trabajo del artista, ¿inducen, acaso, una nueva función de éste y, en función de ello, una nueva definición del arte ? Freud ya había observado la importancia – rela- tiva – del lugar del artista en el malestar social, toda vez que hacía al mismo tiempo manifiesta la insatisfacción de los hombres al sublimarlo en una obra o, dicho de otro modo, al otorgándole una forma capaz de remitir a sus representaciones in- conscientes. Deshaciendo, así, el proceso de represión que mantiene a los hombres en una neurosis dolorosa, el artista logra dar forma a sus aspiraciones más secretas e, incluso, a aquellas contenidas en el fondo fantasmático de la humanidad. También los otros hombres pueden beneficiarse del mismo placer y del mismo consuelo que aporta al artista su propia creación, mediante un proceso de identificación facilitado por el reconocimiento implícito de las mismas fantasías. Freud insiste en “la enig- mática facultad de dar forma a un material determinado hasta que se convierta en copia fiel de la representación de su fantasía y, después, sabe anudar a esta figuración de su fantasía inconsciente una ganancia de placer tan grande que en virtud de ella las represiones son doblegadas y canceladas, al menos temporariamente.” 6 . Como es 5 A este respecto, resulta pertinente citar a Theys: “Un arte político apunta bastante más a la forma y no necesariamente al tema. Cuando el tema se vuelve más importante que la forma, caemos tarde o temprano en el realismo social”. Koen Theys, “The Extra, the Ornament and Having a Long Lie-In,” en Home-made Victories , (SMAC de Gand, 2013), 47 [La traducción es nuestra]. 6 Sigmund Freud, “Conferencias de introducción al Psicoanálisis. XXIII Conferencia. Los caminos de la formación de síntoma,” en Obras Completas de Sigmund Freud , vol. 16 (1917[1916-17]; Buenos Aires:
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