Malestar y destinos del malestar. Artes del descontento [volumen II]
Maldecir el padre… mal decir lalengua. / Esteban Radiszcz – 221 delebles. Lalengua materna que, en su último libro, Geneviève Morel 41 ha caracte- rizado en relación a la ley de la madre , es decir, a las palabras singulares y equívocas que refieren aquello que el hijo es o ha sido en tanto objeto para el goce materno; palabras maternas que poseen fuerza de ley y que, por lo mismo, constituyen las primerísimas sujeciones intensamente corporales del cachorro humano. Para se- parase de aquellas palabras legisladoras, el sujeto puede ciertamente servirse del padre, aunque no necesariamente, en la medida que, siguiendo al Lacan de 1975, el padre es tan sólo un medio entre otros 42 . En efecto, en su última reconsideración del padre, Lacan vuelve nuevamente sobre el Nombre-del-Padre para proponerlo como no siendo más que uno de los nombres del síntoma, es decir, de aquella ma- nera radicalmente singular mediante la cual “cada quien goza del inconsciente en tanto el inconsciente lo determina” 43 . En tal sentido, Lacan sostiene que el padre puede servir para separarse de la madre, pero su incidencia ya no se limita únicamente a la forma de una ley pues también está la posibilidad de que, para ello, el niño se apoye en su goce (el del padre), es decir en su síntoma (el del padre). Lacan 44 llama a esto la padre-versión que, jugando con la homofonía de la primera sílaba del término perversión con padre ( per y père , en francés), designa la perversión paterna que toma forma en el síntoma que, para un hombre, constituye una mujer. El padre sabe hacer con ella y el niño puede, aunque no siempre y no necesariamente, servirse de él – y, en ocasiones, servirse incluso de él según el modo de la ley paterna –; pero sobre todo servirse de él de una manera siempre contingente y vinculada a un goce tan sólo sugerido por el padre en una justa medida (jamás de manera abierta y flagrante). Sin duda, la performance nos da pocas noticias de aquel goce del padre, aun- que se puede intuir que en algo parece tener que ver con su propia madre: aquella a la que se vio llamado a auxiliar para criar a sus hermanos 45 . En tal sentido, es posible pensar que aquello que en el padre resiste a la letra no es tanto – como lo sugiere Rojas – el mundo premoderno que la instrucción educacional destituye. Se trata, sin duda, de la resistencia de una antigua subordinación, pero no de aque- lla referida a los varones campesinos, sino de aquella subordinación a una mujer: esa que, por la dolorosa contingencia de la temprana muerte de su esposo, devino en concreto el impedimento del hijo para su ingreso a las letras. Pues bien, el artista se sirve precisamente de algo de eso para realizar, nada más 41 Geneviève Morel, La loi de la mère. Essai sur le sinthome sexuel (Paris: Anthropos, 2005). 42 Jacques Lacan, Le séminaire. Livre XXIII. Le sinthome, 1975-1976 (Paris: Seuil, 2005). 43 Jacques Lacan, Le séminaire. Livre XXII. RSI, 1974-1975 (sesión de seminario, Paris, Francia, febrero 18, 1975) [la traducción es nuestra] 44 Ibíd., enero 21, 1975. 45 Cf. Rabanal, “Conversaciones”.
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