Malestar y destinos del malestar. Artes del descontento [volumen II]

220 – malestar y destinos del malestar Artes del descontento Separarse de la madre, sirviéndose del padre. Pero, como lo destaca Cecilia Sánchez, la gran ausente de la performance es la ma- dre. Sin embargo, ello no parece suceder en virtud de que “la conversión del homo en humanus [sea] una operación viril” 35 , ni en razón a que, retomando a Derrida, el pacto entre herida y letra requiera del olvido de la madre 36 . De hecho, la madre no está realmente ausente. Ella no sólo aparece en los recuerdos del padre como aquella que debió ser auxiliada para sostener la crianza de los hijos. Del mismo modo, ella está bien presente en la segunda Lección del Silabario , aquella en la cual se lee “ma-ma, a-ma, a-mo, ma-ma”, para enlazar a la performance tanto con amor como con las inaugurales lalaciones proferidas sobre su seno. La madre, la cual viene inmediatamente después de la lección del Ojo, o sea aquella sobre la que, se podría decir, recae la anteriormente convocada vigilancia ocular que, como lo señala Barría 37 , está omnipresente en la performance por una multiplicación pa- nóptica en virtud de la cual todos los asistentes nos hacemos fisgones gendarmes de los trabajosos esfuerzos del padre y de las sangrantes heridas del hijo. A decir verdad, antes que una ausencia, se trata de una masiva presencia de la madre como materia sobre la cual se ejercen los cortes requeridos para la entrada de la letra, donde el gozoso “mamama” del bebé llega al “mamá” del niño, que después deviene en “ma-má” leído por el ojo y, luego, “m-a-m-á” escrito con la mano. En otras palabras, la madre está ahí como lalengua, que Lacan 38 proponía escribir en una sola palabra y que requiere de cesuras para ser pronunciada, así como de disecciones para ser leída y de cisuras para ser escrita. En cierto sentido, es cuestión de mal decir lalengua : no solamente juntar sonido y letras, sino que también fisurar lalengua en la cual el sujeto es hablado por el Otro materno. Des- de esta perspectiva, sería por eso mismo que, como lo dice Freud en su temprana contribución sobre las afasias, aprenderíamos a “post-hablar” ( Nach-Sprechen ) 39 . Aunque es probable que no proceda decir exactamente lo mismo respecto de la escritura, menos aún sobre la lectura, sin sostener con ello una suerte de metafísica completamente ahistórica. Pero, sobretodo, se trata de la lalengua que, caracterizada por Lacan 40 como materna, puebla con sus equívocos el cuerpo del niño, dejando en él sus marcas in- 35 Cecilia Sánchez, Escenas del cuerpo escindido (Santiago: Cuarto Propio, 2005), 302. 36 Jacques Derrida, “Circumfession,” en Geoffrey Bennington y Jacques Derrida, Jacques Derrida (Paris: Seuil, 1991). 37 Barria, “¿Qué relata una performance?” , 26. 38 Jacques Lacan, Le séminaire. Livre XX. Encore, 1972-1973 (Paris: Seuil, 1975). 39 Sigmund Freud, Zur auffassung der Aphasien (Leipzig/Wien: Franz Deuticke, 1891), 76 [seguimos aquí la traducción propuesta por José L. Etcheverry para la edición de Amorrortu editores] 40 Cf. Lacan, Encore , 126

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