Malestar y destinos del malestar. Artes del descontento [volumen II]
Maldecir el padre… mal decir lalengua. / Esteban Radiszcz – 217 al indicarlo como un significante capaz de distinguirse del conjunto de los signi- ficantes por definir el universo significante, Lacan 18 sostuvo la trascendencia del Nombre-del-Padre, concebiéndolo como una suerte de Otro del Otro. No obs- tante, en lo sucesivo –y, particularmente, a partir de 1963–, el propio Lacan parece haber despojado al padre de su pretendida trascendentalidad, tanto al proponer pasar del singular al plural y hablar de los Nombres-del-Padre 19 , como al introdu- cir un carácter contingente en la Ley misma y sostener que, siguiendo a Freud, la ley (del padre) y el deseo (del padre) “son una sola y misma cosa” 20 . Esta última consideración pudiese resultar inadmisible para quienes sostie- nen que ley y deseo son asuntos radicalmente distintos e, incluso, estrictamente contradictorios. Pero si la ley sólo es aquello que se opone al deseo o, si se quie- re, aquello por lo cual este se introduce (fórmula clásicamente estructuralista que Lacan 21 sostuvo inicialmente), entonces resulta muy difícil dar cuenta de la ope- ración sadeana que, de acuerdo con el mismo Lacan 22 , en cierto modo invierte la operación kantiana para sostener la ley del deseo. Del mismo modo, si la ley no es más que la antítesis del deseo, entonces sería improbable destituir la ley mediante el señalamiento de su dependencia respecto de sus condiciones de enunciación, es decir, por medio de la indicación de su carácter contingente como deseo, o sea en tanto ilegítimo capricho. A este respecto, Pascal insistía en la automática obediencia a la ley por me- dio de la costumbre, pues “[q]uien la lleva a su principio, la aniquila” 23 . Como lo subraya Salvoj Žižek , para funcionar “normalmente” la ley requiere de su aca- tamiento por ser, tan sólo, la ley 24 , de suerte que su real constitutivo necesita ser reprimido bajo la creencia ideológica en el “significado” sobre el cual pretende fundarse en tanto trascendencia de la justica, la verdad o, más modernamente, la funcionalidad. Pues bien, la performance de Rabanal parece justamente ir en esta precisa di- rección. El asesinato del padre autoritario pasa por el desvelamiento de sus sem- blantes, por la denuncia de sus sometimientos, por la exhibición de sus aspira- 18 Cf. Jacques Lacan, “D’une question préliminaire à tout traitement posible de la psychose,” en Ecrits , vol. 2 (1966 [1959]; Paris: Seuil, 1999), 9-61. 19 Cf. Jacques Lacan, “Introduction aux Noms-du-Père,” en Des Noms-du-Père (1963; Paris: Seuil, 2005), 67-104. 20 Jacques Lacan, Le séminaire. Livre X. L’angoisse, 1962-1963 (Paris: Seuil, 2004), 126 [la traducción es nuestra] 21 Cf. Jacques Lacan, Le séminaire. Livre IV. La rélation d’objet, 1956-1957 (Paris: Seuil, 1998). 22 Cf. Jacques Lacan, “Kant avec Sade,” en Écrits, vol. 2 (1966 [1963]; Paris: Seuil, 1999), 245-269. 23 Blaise Pascal, “Pensées,” en Œuvres Complètes (1670; Paris: Seuil, 1963), 507 [la traducción es nues- tra]. 24 Slavoj Žižek, Ils ne savent pas ce qu’ils font. Le sinthome idéologique (Paris: Point Hors Ligne, 1990), 78.
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