Malestar y destinos del malestar. Artes del descontento [volumen II]
214 – malestar y destinos del malestar Artes del descontento Un sueño parricida Es probable que no resulte muy extraño si se estima que, al menos en un primer acercamiento, la obra de Rabanal contiene las marcas de la conflictividad edípica. Por cierto, esta afirmación puede generar numerosas reservas – e, incluso, en el mismo autor de la performance . Sin embargo, ello no parece restar, a priori , validez a la constatación, toda vez que ella misma pudiese, en su momento, permitir llegar aún más allá del Edipo. En efecto, la obra de Rabanal pone en juego de manera evidente la cuestión del parricidio y de la culpa en el centro de la relación del hijo y su padre. En el catálogo de la obra, el artista introducía su trabajo con una afirmación decididamente explícita: “[a] mi padre autoritario siempre lo quise matar” 8 . Frase que, declarando la connotación parricida de un trabajo que lo ha “perseguido como un perro” hasta la “obsesión personal”, se continúa por el relato de un sueño acaecido una noche no muy lejana. En él, el artista nada en un río lleno de barro, llega a un sitio más alto donde no necesita respirar, pues el aire no le pesa. Entonces, detrás de una cortina de seda, ve como su padre se ahoga en el río. El artista está acostado desnudo, con las piernas y pies atados. El padre le grita pidiéndole salvarlo, pero él no puede ayudarle. Un coro de evangélicos lo tranqui- liza. Ellos calzan botas negras y se tapan la cara con las manos, mientras uno porta una mascara de tigre, da órdenes y lo golpea con una cadena y un látigo. Él sufre y grita, pero no lo escuchan. Entonces se ríe y ellos lo golpean más fuerte. No logra parar de reír y le pegan con más fuerza aún. El ríe, su padre se ahoga y el cuerpo flota muerto en el río. Al final del relato onírico, Rabanal escribe: “(Anotaciones de un sueño común con mi padre)” 9 . No se trata aquí de emprender la incierta interpretación de un sueño, del cual no sabemos si fue realmente soñado y del que no tenemos asociaciones del soñante. Sin embargo, el relato del sueño parece translucir el deseo de superar al padre (llegar a un sitio más alto, mientras el padre sigue en el río), la culpa respecto del padre y el horror del soñante frente a sus deseos (los fieles que lo tranquilizan y que se tapan la cara, donde el castigo recibido parece en directa relación a ellos), además de la inclinación parricida que culmina en su realización (el padre muerto flotando en las aguas). Ciertamente, el soñante no puede salvar a su padre (está atado de pies y manos) y el sueño lo muestra inocente de su muerte (el coro lo tranquiliza). Pero la manera en que Rabanal escribe sobre su risa en el sueño se apoya en una indicativa homofonía: “mi padre se ahoga, me rio, mi padre muerto flota sobre el río, me rio”. Río y risa se superponen, río y risa no parecen ser cosas distintas, como si el padre 8 Gonzalo Rabanal, “Mala lengua,” en Mal decir la letra (Santiago: Museo de Arte Contemporáneo, 2001), 3. 9 Ibíd.
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