Malestar y destinos del malestar. Artes del descontento [volumen II]
204 – malestar y destinos del malestar Artes del descontento pulsional de la energía libidinal. Retorno al borborigmo. El hombre occidental es un hombre semántico , es decir saturado por la significación, la cual vale como inhibición. El sentido es siempre un sentido entredicho . Para sustraerse a aquel control racional del lenguaje articulado, el cual tiene vocación represiva, el único medio consiste en encontrar, como aquí, la falsa inocencia del sonido primitivo: rebelión masiva de una fonética animal , donde el cuerpo no se encuentra reprimido por la censura puritana de la razón lingüística. En su defecto, mejor es callarse. Importa poco. Pues el mundo, escribe Brus en un diario de juventud, está ya mudo –por estar muerto… Brus tiene el cuerpo doloroso , es decir humoral. Su deseo de transgresión no tiene nada de jubilatorio. De ninguna manera pasa éste por la apología masiva del placer sexual, a la manera de Reich que, para él, no es más que una benigna ofensa a la norma social. Su deseo de transgresión pasa por la insistencia provocativa respecto de la animalidad del cuerpo, violentamente reprimido por un tenaz puritanismo. Esta inflexión fisiológica, donde prime el humor corporal, no es solamente una manera eficaz de subvertir el viejo angelismo de Occidente. Ella reintroduce, en este discurso liberador, la dimensión mortífera de la entidad corporal. El cuerpo es un organismo en licuefacción. Brus lanza estos tabúes seculares a la cara contorsionada del orden burgués, abarrotado de aparatos estatales, policía, justicia, ejercito. El Estado está en todas partes : en cada uno de mis órganos. Sólo hay una salida: suprimirlos. Brus aún no ha leído Deleuze y Guattari: Mil mesetas se publicará en 1980. Pero él se hace un cuerpo sin órganos en el teatro reichiano de la liberación sexual 22 : un cuerpo sin sexo (que él castra simbólicamente), sin cabeza (que él hace sangrar abundantemente), sin brazos ni pies ni muslos (que él acuchilla y amarra infatigablemente), un cuerpo que, al final de la acción, es tan sólo un bloque de carne en el matadero que se revuelca en su propia sangre. He aquí, entonces, la variante austriaca del suplicio chino , tan apre- ciado por Bataille: el famoso Lingchi , donde el horror deviene éxtasis 23 . Pero, aquí, es el artista mismo quien se descuartiza. No más órganos, ¿no más Estado? Eso está por verse. No obstante, Brus practica hasta el límite –hasta el último límite (de la carne) – el arte de la resistencia … 24 Jarzyna o el cuerpo esquizofrénico Poznan, 22 de febrero de 2002: Grzegorz Jarzyna monta, en el escenario del Teatro 22 Gilles Deleuze y Félix Guattari, Mille Plateaux . Capitalisme et Schizophrénie 2 (Paris: Les éditions de minuit, 1980), 196-198. 23 Georges Bataille, Les larmes d’Eros (1961; Paris: 10-18, 2004), 120-122. 24 Naturalmente, empleamos el término en el sentido en que lo entiende Deleuze en su célebre en- trevista con Toni Negri. Gilles Deleuze, “Contrôle et devenir” (entrevista realizada por T. Negri), en Pourparlers 1972-1990 (Paris: Les éditions de minuit, 1990), 236-239.
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