Malestar y destinos del malestar. Artes del descontento [volumen II]

Locura y malestar / Andrea Kottow – 195 – Cuando yo digo que esas visitas no me gustan, es preciso que salga de la casa – exclamó Mariano irritado. – Puedes decírselo tú – replicó Rosa. – Le defiendes como si le amases – observó el joven en tono burlón. – ¿Y eso qué tendría de extraño? – contestó con energía la niña. – Bueno, yo lo arreglaré todo y haré que en esta casa se haga mi voluntad – dijo Mariano, saliendo de la pieza, cuya puerta cerró con despecho. Rosa se arrojó llorando en brazos de su madre 17 . No obstante los hermanos pretenden ocupar el lugar simbólico del padre a partir de una madre que no constituye, frente a las hijas, la ley del padre, la cual no termina por establecerse y la autoridad del hermano no es acatada; la madres se debaten entre aparentar respeto frente al hombre de la casa y brindar cobijo emocional a las hijas, mientras estas van generando un suelo propicio para sus histerias. Padre-patria: la patria como el país construido por los padres – los padres de la patria – , la patria que refleja los valores patrios, formulados por los padres de la misma. Patria: país de pertenencias, filiaciones y afiliaciones. En las historias de nuestras locas, los padres están ausentes, su ley no se impone. El desesperado intento de los hermanos de suplir el vacío resulta irrisorio y provoca la locura. El cuerpo de la histérica puede ser leído como sinécdoque del cuerpo nacional, que en lugar de configurarse como ilustre patria se evidencia en tanto matria histérica: cuerpo de mujer enloquecido, cuyo hablar sintomatológico refiere a un cuerpo nacional en- fermo. El fantasma regresa; las ficciones fundacionales que referíamos a comienzos del presente trabajo, si bien se constituyen como modelo de lo deseado, no logran neutralizar este otro hablar de las histéricas. ¿Qué es aquello reprimido que vuelve en tanto síntoma corporal en estas his- torias (de) locas? En Mariluán , una vez que Rosa Tudela se vuelve loca, la novela se acaba. Junto al final novelesco, se termina también la posibilidad de imaginar la conciliación de criollos y mapuches en el territorio y la conformación política na- cional. Con Mariluán parece morir no sólo su proyecto, sino también el lenguaje que lo hizo posible. Lo que hubiera podido convertirse en la gran novela indigenista chilena del siglo xix, termina siendo el relato de un trágico fracaso. El cuerpo histé- rico de Rosa revela y se rebela contra el malestar en relación a la problemática racial. La temática indigenista entra a la novela chilena desde su falla y su negación. La supresión del orden simbólico en la locura de Rosa – puro grito y estremecimiento físico – se corresponde con el silencio al que es condenado el asunto indigenista en la novela decimonónica en Chile. La falta de lenguaje de la locura de Rosa espejea a su vez el silencio que guardará Blest Gana en su posterior producción literaria sobre 17 Blest Gana, Mariluán , 20.

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