Malestar y destinos del malestar. Artes del descontento [volumen II]
192 – malestar y destinos del malestar Artes del descontento el Perú se enfrentaban sus tropas a las filas peruanas contrarias al proyecto de Santa Cruz, al que el Gobierno de Chile luego decidiría combatir también 12 . Tras volver Fructuoso derrotado de la Batalla de Yungay, la pareja es forzada a separarse. Pepa, si bien recompone formalmente su vida casándose, nunca se recuperará de la pérdida de su amado. Al ver su cuerpo desfallecer, se vuelve loca. Especularmente, la pérdida de la razón es provocada por la visión del cuerpo herido de su amado. Lo que se pretende asesinar es la causa política de Fructuoso; su cuerpo es sólo la superficie visible y palpable del corpus de ideas que encarna. Esta idealización – en el sentido de conversión en ideas, de desencarnar – del cuerpo de Fructuoso, se refleja ahora en el cuerpo de Pepa, que responde sintomatológicamente, reencarnando lo ideológico en lo corporal. Se produce un vaivén entre lo simbólico y lo real, entre idea y cuerpo, entre corpus ideológico y carne. La locura de Pepa es relatada por ella misma en su diario. Si bien la narración que hace del transcurso de su vida es lo suficientemente coherente y cohesionado para ser comprendida – revelándose una vuelta al orden simbólico – , su texto evi- dencia interrupciones producidas por los malestares que sobrevienen a Pepa, quien debe abandonar su narración para ser asistida por las hermanas que trabajan en el manicomio 13 , donde sufre desmayos, exaltaciones, ataques de melancolía y llantos. No será ella quien logre finalizar el relato de su vida, dado que al momento de narrar su presencia en la matanza de Fructuoso entra al delirio, sin poder seguir relatando. Risa y llanto se suceden, su cuerpo se convulsiona y el médico debe tranquilizarla. El último apartado del texto lo relata la voz del médico, quien da cuenta del delirio final de Pepa y del advenimiento de su muerte: “Me fue imposible contenerla. Su na- rración nerviosa, intermitente, violenta, no me daba lugar. La impresión misma que me causaba, me impedía dominar el caso: la sensibilidad triunfaba de la ciencia” 14 . El texto es simultáneamente encuadre y síntoma de la histeria de la loca. La estructura de la narración muestra una serie de rasgos que recuerdan a la his- 12 El Gobierno de Chile declara en el año 1837 – junto a la Confederación Argentina y los peruanos contrarios al proyecto de Santa Cruz, protector de la Confederación Perú-Boliviana – la guerra a esta última, derrotando a sus tropas en la Batalla de Yungay, en el año 1839. Chile veía la creación de la Confederación como signo de las intenciones expansionistas de Santa Cruz, y temía perder su posicionamiento político y económico. Cf. Carlos Donoso y Jaime Rosenblitt (eds.), La Confederación Perú-Boliviana 1836-1839 (Santiago de Chile: Dirección de Bibliotecas, Archivos y Museos, 2009). 13 Se evidencia en este manicomio el paulatino paso desde las asistencias caritativas, que solían cobijar a los “desterrados” de la conformación social, al hospital clínico, espacio concordante con el desar- rollo de la medicina científica del siglo XIX. El manicomio de Río de Janeiro, en el que se encuentra Pepa, es regentado por los médicos, pero las funciones asistenciales menores están a cargo de las hermanas. 14 José Victorino Lastarria, “Diario de una loca,” en Antaño i ogaño. Novelas i cuentos de la vida hispanoa- mericana (Santiago de Chile: Biblioteca Chilena, 1885), 189-222. En esta, como en las siguientes citas del texto, se respeta la ortografía original de la edición citada de las obras de José Victorino Lastarria.
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