Malestar y destinos del malestar. Artes del descontento [volumen II]
La tragedia moderna entre realidad, arte y ficción / Geneviève Morel – 185 la acción del individuo, que al mismo tiempo elimina su relación trágica con el mundo. Equivalente paradójico y absurdo de Todo lo real es relacional . […] Cualquier acción, al ser astucia de la razón, es igualmente válida. El uso ex- tremado del carácter radicalmente simbólico de toda verdad hace perder, pues, su agudeza a la relación con la verdad. En medio de la marcha de las cosas, en medio del funcionamiento de la razón, el sujeto se encuentra desde el comienzo del juego con que ya no es más que un peón, empujado al interior de ese sistema y excluido de toda participación propiamente dramática, y por consiguiente trágica, en la realiza- ción de la verdad . 60 Que Kentridge haya, justamente, extraído esta pequeña frase, “I’m not me, the horse is not mine”, de la masa enorme de archivos de los procesos de Moscú, que haya hecho de ella la dirección y el emblema de la tragedia política cuando ella vira hacia lo tragicómico, y que la haya incluso elevado a la dimensión del arte; todo ello parece una opción fuerte, pues implica hacer de la estructura de lo in- consciente, de su hueso simbólico, lo único que subsiste cuando todo el resto ha zozobrado: lazo social, verdad, sujeto. Precisamente aquello que debería ser perci- bido como siendo el colmo de lo trágico, termina por revelarse en su coincidencia con la absurda abolición, por la máquina simbólica, de toda relación trágica con el mundo, con la verdad. Post-scriptum: “ No cesar de no comprender ” En fin, en razón de la coexistencia de los destinos de la vanguardia rusa en ella evocados, la instalación rompe con todo maniqueísmo. Kentridge no juzga las po- siciones sucesivas de Bujarin, así como tampoco condena la ambigüedad política de artistas como Shostakóvich: No buscaba describirlo como una víctima del totalitarismo, ni como un cómplice, sino como alguien ocupando una posición intermedia, a la vez amenazado por el régimen y jugando estratégicamente con él, siendo completamente consciente de su posición contradictoria. Era también muy importante mostrar claramente el deseo de Shostakóvich de creer en los aspectos progresistas de la Revolución y en que esta creencia era indispensable para su trabajo 61 . A decir verdad, se trata de una concepción de la política que Kentridge pare- ce haber sostenido desde sus comienzos bajo el apartheid y, particularmente, en 60 Jacques Lacan, El seminario. Libro II. El yo en la teoría de Freud y en la técnica psicoanalítica, 1955-1956 (1978; Buenos Aires: Amorrortu, 2008), 255. [Segundo Párrafo, las cursivas son nuestras]. 61 Kentridge, Un artiste proteiforme, 63.
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