Malestar y destinos del malestar. Artes del descontento [volumen II]
184 – malestar y destinos del malestar Artes del descontento abreviada del conocido apólogo del caldero, introducido por Freud en su análisis del sueño de la inyección de Irma ? Advierto, desde luego, que estas explicaciones de la enfermedad de Irma, todas las cuales concurren a disculparme, no coinciden entre sí y aun se excluyen. Todo el ale- gato – no es otra cosa este sueño – recuerda vívidamente la defensa de aquel hombre a quien su vecino se le quejó porque le había devuelto averiado un caldero. Dijo que en primer lugar se lo había devuelto intacto, que en segundo lugar el caldero ya estaba agujereado cuando se lo pidió, y que en tercer lugar nunca le había pedido prestado un caldero 58 . En los dos casos se trata de negar la responsabilidad de una falta de argumentos individualmente válidos, aunque inconsistentes en su conjunto. En su obra sobre el Witz , Freud vuelve a hablar de esta lógica del caldero para notar que ella es ca- racterística de lo inconsciente, el cual representa el conjunto de relaciones lógicas (aquí alternativas) mediante la simultaneidad. Así, indica, “la comicidad nace por la develación de los modos del pensar exclusivos de lo inconsciente” 59 , donde estos mecanismos absurdos, ya que en cortocircuito con el pensamiento consciente, pro- vocan un vivo placer debido a un ahorro del gasto psíquico y nos hacen reír según el modo de una palabra ingeniosa. La abolición de la relación a lo trágico Kentridge se apoya, entonces, sobre lo absurdo de La nariz para, recordémoslo, re- presentar “la disociación de las causas y de las consecuencias esperadas”. En el mo- mento en que, como lo vimos en la última carta de Bujarin a Stalin, la lógica resulta torcida mediante sofismas difíciles de descifrar, en el momento en que el discurso pierde todo su valor de lazo social, en el momento donde el lenguaje es instrumen- talizado por un aparato ideológico de Estado – el Partido; en ese momento, surge en la boca de uno de los acusadores – uno de esos que están del lado del mango del sartén (pero ¿quién sabe por cuánto tiempo?) – el absurdo: una pura expresión de lo inconsciente, como si se encontrara en el punto donde todo sujeto es abolido y sólo quedase la estructura de lo simbólico, del lenguaje, operando en su dimensión más insensata. En tal sentido, al comentar el análisis hecho por Freud del sueño de la in- yección de Irma, Lacan habla de la pérdida de lo trágico exactamente en este punto: En esto desemboca, efectivamente, el sueño. La entrada en función del sistema simbólico en su empleo más radical y absoluto viene a abolir tan completamente 58 Sigmund Freud, “La interpretación de los sueños,” en Obras Completas de Sigmund Freud , vol. 4 (1900; Buenos Aires: Amorrortu), 140. 59 Freud, El chiste , 195.
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