Malestar y destinos del malestar. Artes del descontento [volumen II]
178 – malestar y destinos del malestar Artes del descontento Pero el drama de Bujarin puede también aclararse mediante la distinción que, en función de su lectura de El rehén 38 , Lacan realiza entre la tragedia antigua y la trage- dia moderna. Tomando a Antígona de Sófocles como modelo de la primera, Lacan le opone la pieza teatral de Claudel en tanto paradigma de la segunda 39 . En su deter- minación por enterrar a su hermano muerto contra la ley de la ciudad dictada por Creonte, Antígona se encuentra conforme a sus ideales. Así, cuando ella sacrifica el amor y la vida, se mantiene fiel a sí misma. En revancha, la heroína noble y católica de Claudel, Sygne de Coûfontaine, ha sacrificado hace tiempo su vida personal a sus ideales y a su causa, la nobleza y el clero, intentando reconstituir como una hormi- ga el dominio familiar desmembrado por la Revolución. De hecho, ha castamente comprometido su fe y “su alma” a su primo noble que, siendo el último portador del apellido Coûfontaine, se ha visto despojado de su título por el Papa, quién se lo ha entregado a Napoleón. Pues bien, Turelure, el exterminador de su linaje, el hijo plebeyo de la nodriza de Sygne, devino lugarteniente de Napoleón y tiene al Papa a su merced, como rehén en su propiedad. Desde hacía tiempo, Turelure ha envidiado a Sygne, quién simboliza la nobleza que le falta: por ella, él estaría presto a dejar esca- par al Sumo Pontífice. Entonces, para salvar al Papa, el confesor de Sygne, una suerte de hombre santo, la exhorta a casarse con Turelure. Dicho sacrificio – el matrimonio – debe no obstante ser un acto libre, tal y como lo exige el dogma católico. Para Syg- ne, ello implica el libre sacrificio del compromiso con su primo y de la voluntad que lo anima. Mediante este acto de libertad, Sygne debe sacrificar a Dios todo aquello en lo que ella íntimamente cree, tanto su fe como su alma, “en lo cual ella reconoce su ser mismo” y que “vale más que su vida” 40 . Según Lacan, en este punto Sygne va incluso más lejos que Antígona 41 . En efecto, la heroína de Claudel acepta libremente aquel matrimonio católico pero, al final de la pieza, se suicida, salvando a Turelure – quién devenido su marido – y mostrando en un último gesto el rechazo por el cual dice, en lo sucesivo, no a Dios. Consistentemente, en el último acto de El rehén , el bello rostro de Sygne se desfigura por efecto de un tic: ella agita lentamente la cabeza de derecha a izquierda, como alguien que dice no. En el fondo, su matrimonio, aquel acto cumplido libremente en favor de Dios, tuvo por consecuencia la pérdida de la divinidad como causa de su deseo y de su fe. Contrariamente a Antígona, la cual afir- ma una sola y misma cosa desde el comienzo hasta el final, Sygne no logra encontrar 38 Cf. Paul Claudel, L’Otage. Drame en trois actes (1911; Paris: Gallimard, 2015). 39 Jacques Lacan, Le Séminaire. Livre VIII. Le transfert, 1960-1961 (Paris: Le Seuil, 2001), 321. 40 Ibíd., 326. 41 “Allí donde la heroína antigua [Antígona] es idéntica a su destino, Atè , a aquella ley para ella divina que porta en la prueba , es contra su voluntad, contra todo lo que la determina, no en su vida sino en su ser, que por un acto de libertad la otra heroína [Sygne] va contra todo lo que aferra a su ser hasta en aquellas más íntimas raíces”. Ibíd. , 337.
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