Malestar y destinos del malestar. Artes del descontento [volumen II]

La tragedia moderna entre realidad, arte y ficción / Geneviève Morel – 177 excepción de quienes ejecutaban los crímenes, nadie debía saber lo que pasaba: “[e]n un sentido, la explosión de este terror ciego no fue el cúlmine de la retórica precedente; fue el final o la negación de todo discurso” 34 . El tercer extracto presentado en Prayers of Apology proviene de la última carta de Bujarin a Stalin, fechada el 10 de diciembre de 1937. Y, he aquí, lo que me atormenta más , la paradoja más insoportable. Si estuviera absolutamente seguro que tú vieses las cosas como yo, entonces mi alma estaría liberada de un peso terrible. Eh, bien, ¿qué hacer? Ya que es necesario, ¡es nece- sario! Pero, créeme, mi corazón sangra con el sólo pensamiento de que tú puedas creer en la realidad de mis crímenes, que tú puedas creer, desde el fondo de tu alma , que soy verdaderamente culpable de esos horrores 35 . Es decir, siguiendo la interpretación de Kentridge, Bujarin introduce la pregunta: ¿era, él mismo, su caballo? El artista escogió los primeros extractos de discurso de Bujarin entre aque- llos donde la discordancia entre las risas del público y la gravedad de la situación, engendra una sensación de absurdidad digna de “una comedia negra”. ¿De qué proviene esta impresión de comedia negra? Para Kentridge: La tragedia de su situación reside en la imposibilidad de reconciliar su necesidad de creer en el Partido (y en la causa a la cual consagró su vida), con el nuevo mundo de ilogicismo, de línea, de estrategia, al cual él adhirió por el bien de su Partido. En ello reside la tragedia, pero también la comedia de su vida, la come- dia de un mundo en desfase consigo mismo. Una comedia de inversiones, donde las cosas significan su contrario, donde los argumentos lógicos devienen signo cierto de duplicidad y la mentira se explica como una estrategia. Un sobresalto de sorpresa frente a esas inversiones 36. Žižek vincula este tipo de inversión con la destrucción, en 1937, de la retórica y del discurso como lazo social. En una lógica ordinaria, si Stalin piensa que Bujarin es culpable, entonces sería inocente de su muerte, mientras que, en caso contrario, no lo sería. Pero aquí es exactamente lo inverso. Bujarin voltea la relación: él en- contraría normal ser condenado si supiera que Stalin lo piensa inocente, y es este preciso punto lo que lo atormenta 37 . En dicho argumento podemos observar el tipo de absurdos que, causados por inversiones lógicas, crean un efecto tragicó- mico. 34 Getty y Naumov, The Road to Terror, 480. 35 Ibíd., 558. 36 William Kentridge, I am not me , 19. 37 Žižek, Vous avez dit totalitarisme? , 128.

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