Malestar y destinos del malestar. Artes del descontento [volumen II]

La tragedia moderna entre realidad, arte y ficción / Geneviève Morel – 173 periodo relativo a las grandes purgas estalinistas. En ella, Bujarin bromea, hace chistes y la sala ríe: Bujarin: […] La dirección del Partido debe aplastar la desviación de derecha más peligrosa al interior de nuestro Partido. Voroshílov: Y a aquellos infectados por ella. Bujarin: Si usted se encuentra hablando de su destrucción física, dejo eso a nues- tros camaradas que, en un grado o en otro, están sedientos de sangre (risas). […] Yo me siento llamado a mostrar mi mentalidad recordando una cancioncita que, en su tiempo, fue publicada en la ahora difunta Gazette Russe : «Ellos pueden golpearme, ellos pueden golpearme hasta el desmayo, ellos pueden hacerme talco, pero nadie va matar al niño, ni con un bastón, un bate o una piedra» (risas resuenan en la pieza). No puedo decir, sin embargo, que «nadie me va a matar». Kaganóvich: Si, yo lo pregunto, ¿está aquí el niño y quién es la persona que blande la piedra? Bujarin: ¡Oh! ¡De qué humor espiritual está usted! Ciertamente, soy yo quien ha sido golpeado y azotado con una piedra. Y ahora ni un solo miembro del Pleno – si me atrevo a decirlo – piensa que yo esté disimulando una suerte de «piedra» de resentimiento, ni siquiera el hombre de cara de piedra, Kámenev 23 . Hay dos juegos de palabras en esta última réplica: uno sobre el nombre de Kámenev, pues “Kamen” significa “piedra”, y otro sobre la expresión “disimular una suerte de piedra”, que significa guardar rencor. Las transcripciones anotan cuidadosamente las reacciones de la sala, marcan- do las risas al modo de las didascalias en el guion de una pieza de teatro. No por azar los grandes procesos públicos estalinistas han sido frecuentemente llamados “shows” o “puestas en escena” por los historiadores. Este fragmento de una reu- nión, la cual no es aún un proceso, resulta interesante de confrontar con los si- guientes, en los cuales se siente un neto cambio de tono. En efecto, en las declara- ciones de Bujarin, nuevamente aliado de Stalin en 1932 contra Smirnov y su grupo, no se encuentran bromas ni risas cómplices. Consistentemente, ante el pleno del Comité Central, éste sostiene: “es necesario para nosotros, como un todo, recha- zar con indignación un grupo como este. Entonces, debe ser repudiado – dos ve- ces, incluso tres – ahora , y una punición severa debe ser infringida” 24 . Entre tanto, los juegos de palabras han sido prohibidos y una “disciplina de hie- rro” reina, desde entonces, en las profesiones de fe de los “arrepentidos “. Ha sido 23 Getty y Naumov, The Road to Terror , 46-48 (incluida nota 15). 24 Ibíd., 95

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