Malestar y destinos del malestar. Artes del descontento [volumen II]
Escatología, cuerpo y lengua / Pablo Oyarzun R. – 159 dar con su determinación en términos mecánicos. No obstante, lejos de restringir- se a las mociones corpóreas y dejar resguardado el lugar inextenso del cogitare , el espíritu, la conciencia, el materialismo también entendió la mente como movida por operaciones de carácter mecánico. En efecto, Locke 14 superficializó el cuerpo en sus sensaciones, declarando a estas últimas como la fuente de todo material de co- nocimiento; el cuerpo mismo permanecía, ciertamente, a nivel de supuesto o base, pero, en su afán por rebatir el materialismo de Hobbes, Locke buscó profundizar aún más la dependencia de los procesos mentales respecto de la materia: nada los diferenciaría esencialmente de esta, por lo cual pueden ser analizados y descritos en términos por entero materiales. De hecho, Locke 15 hizo incluso algo más, ya no en la provincia de la epistemología, aunque si en aquella de la teoría política y económica: a partir de la premisa fundamental referida a que el ser humano sería propietario ex- clusivo de su persona y, así, de su trabajo corpóreo, era posible determinar el cuerpo al modo de una fuerza susceptible de ser contratada para el trabajo, una fuerza en arriendo capaz de laborar para otro. Con la figura de Corina, Swift toca dos puntos socialmente hipersensibles. Por una parte, la prostituta es una prueba extrema del sistema de subsunción contractual del cuerpo, al hacer de este último una fuerza de trabajo que se invierte enteramente en el goce de otro. Su condición protésica acusa al sistema en tanto generador de aquella misma condición, pero no sólo en ese cuerpo arrasado por el trabajo al cual está sometido, sino en todo el cuerpo social pues en cada cuerpo individual la fuerza social de trabajo está localizada. En tal sentido, el producto no se debe a la labor de un cuerpo, sino al quehacer de la parte de un cuerpo: el sistema de producción im- plica la fragmentación del cuerpo; de hecho, la posibilidad de reemplazar esa parte por medios mecánicos o tecnológicos presupone aquella fragmentación, de modo que la prótesis sería ya una determinación del supuesto cuerpo “natural”. Por otra parte, las angustias de Corina para rehacerse desde la dispersión de sus fragmen- tos también alude al proceso de constitución de identidad bajo el mismo sistema en cuestión: la prostituta sería, precisamente, el lugar extremo de tal constitución. “Pero ¿cómo describiré sus artes / Para recolectar las partes dispersas? / ¿O mostrar la angustia, faena y dolor / De ensamblarse a sí misma de nuevo?” 16 . Ese re-collect , el cual es componerse y recordarse a la vez, ese recogerse a sí misma, herself , sería el punto ciego de la total identificación entre cuerpo y “yo”, mientras que, siendo la prostituta el cuerpo donde la fragmentación sistemática ha alcanzado su summum , ella acaso resalta aquel momento patético supremo (un sublime inverso y puramente 14 John Locke, Ensayo sobre el entendimiento humano (1690[1666]; México: Fondo de Cultura Económi- ca, 1999). 15 John Locke, Segundo tratado sobre el gobierno civil (1713; Madrid: Alianza, 2000). 16 Swift, “A beautiful young Nymph going to Bed”, 101. [La traducción es nuestra]
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