Malestar y destinos del malestar. Artes del descontento [volumen II]

158 – malestar y destinos del malestar Artes del descontento repertorio de postizos. Esta condición no responde a un capricho poético, sino a un cambio esencial sobre el estatuto de los cuerpos. La proliferación de prótesis acusa una contraposición extrema entre naturaleza y artificio, respecto de la cual insiste Swift al acudir a la forma pastoral, que está precisamente destinada a celebrar el ca- rácter prístino e idílico de la naturaleza. Pero dicha proliferación, aquella paulatina sustitución de la armazón natural del cuerpo supone que este último ha previamente sido en sus partes descompuesto. La anatomía es la previa condición para dicha pro- liferación, y la anatomía se practica en el cadáver: la posibilidad misma de la prótesis se erige sobre el cuerpo muerto. Y hay un tercer asunto: se indicaba la complicidad de voyeur a la que es forzado el lector en ambos poemas. En ella hay latente algo decisivo, mientras que esa laten- cia resulta responsable de la clase de reacciones suscitadas por la vena escatológica del deán. Considérese la terrible decepción del amante que le enajena toda relación con el sexo femenino, en virtud de descubrir el proceso constante de de-sublimación del cuerpo de la amada. Se puede pensar que el amante sería algo más que el iluso que des-incorpora a su amada, y que constituye el emblema de una forma de relacio- narse o, precisamente, de no relacionarse con el cuerpo: una forma que ha venido consolidándose a lo largo del siglo xvii y que en la época de Swift ya ha alcanzado plena madurez, pero que, al mismo tiempo, ha sido justamente desafiada durante este preciso periodo por hechos fundamentales. Está, por una parte, la significa- ción epistemológica del cuerpo; y está, por otra parte, su perentoriedad física en las concentraciones urbanas. Se tratan de dos apremios en cuyo eje se podría poner la palabra “experiencia”, pues la gran epistemología de la época cifra en ella, en tanto experiencia perceptual, el origen y la base de todo conocimiento bajo la condición fundamental de suponer al cuerpo como soporte de experiencia. Pero en la medi- da que las nuevas realidades sociales y económicas hacen emerger al cuerpo de esa misma condición de soporte hasta alcanzar una evidencia tan insoslayable como, en muchos casos, intolerable; entonces, el horror de Estrefón corresponde a la im- posibilidad de mantener al cuerpo exclusivamente en su mero carácter de base, sin por ello afectar a los procesos de formación de sentido, de suerte que se padece la imposición angustiosa de aquella evidencia. ¿Cuál es, entonces, la noción del cuerpo en la época? Hobbes 13 había entendido el cuerpo como una máquina o, para ser más precisos, había entendido al individuo viviente como algo que primariamente es un cuerpo, el cual funciona al modo de una máquina cuyo combustible sería el deseo. En consecuencia, la realidad fundamental es el movimiento corpóreo, mientras que las ciencias brindarían la clave general para 13 Thomas Hobbes, Leviathan, o de la materia, forma y poder de una república eclesiástica y civil (1651; México, Fondo de Cultura Económica, 1980).

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