Malestar y destinos del malestar. Artes del descontento [volumen II]
146 – malestar y destinos del malestar Artes del descontento título de uno de los ensayos de Jacques Ranciere contenidos en su libro Política de la literatura 16 . En todo caso, cuando mencionamos esta auto-implicación de la literatura, la de Bolaño aquí, lo hacemos remitiéndonos al hecho que Nocturno de Chile dibuja los espacios del Mal al interior de su propio recorrido ficcional. No obstante, esta ficción concierne al mismo tiempo a una historia real, pues lo que cuenta Bolaño es, en cierto modo sin decirlo, algo que en efecto ocurrió. Pero ¿cuál es esa historia, esa pequeña y Gran historia? A fines de la década de los setenta, mientras en el primer piso de una casa, em- plazada en uno de los barrios pudientes de Santiago, tenían lugar las tertulias litera- rias organizadas por Mariana Callejas –escritora chilena que dirigía un taller de lite- ratura para jóvenes novelistas–, en el sótano de aquella misma residencia su esposo, Michael Townley –antiguo agente de la cia y, por entonces, también de la dictadura chilena–, construía y ponía en ejecución una pieza de tortura y de muerte bajo el alero de los dispositivos de “seguridad” de la dictadura militar de Pinochet. Un dato más: ahí se preparó el gas Sarin, con el cual fueron asesinados tanto opositores al ré- gimen militar como antiguos funcionarios de la policía secreta caídos en desgracia. Aquí, la literatura es entonces el piso superior de una arquitectura del Mal. Y sabemos que la arquitectura fue, para el nazismo, un oficio al que se recurrió para figurar, a su manera, la empresa totalitaria. De este modo, Bolaño no puede mostrar aquella arquitectura –la casa del Barrio Alto es ese lugar a la vez público y privado, donde la intimidad se encuentra avasallada–, sino mediante una referencia perma- nente a la literatura chilena. La literatura es pues un espacio donde lo mejor y lo peor puede figurarse. Y Bolaño abre, entonces, una ventana. La abre en el interior de su propio mundo: ahí donde la literatura y la vida son la misma cosa. Pero ¿qué se ve ahí, entonces? La noche, el “peso de la noche” 17 . Esa noche –nocturno de Chile – que en nuestro imaginario y nuestra memoria reúne a las fiestas adolescentes organizadas durante los “toques de queda” con un espacio, con una zona de malestar y de miedo que habríamos de poblar mediante nuestra resistencia en el tiempo que, algunos años después, seguiría a aquella oscura, secreta y pública infamia. Bolaño pertenece a esa galería nocturna de autores, como Kafka, Perec o Wal- ser, para quienes la literatura no es solamente el medio a través del cual pasean sus fantasmas, sino que concierne lo real mismo puesto en escena, como en el sueño, en 16 Jacques Rancière, “La vérité par la fenêtre. Verité literaire, vérité freudienne” en Politique de la littéra- ture (Paris: Galilée, 2007), 159-176. 17 Según la conocida fórmula acuñada por Diego Portales para expresar el necesario imperio del miedo ante la autoridad capaz de preservar el, precisamente por él mismo diseñado, orden centralizado y autárquico de la naciente República de Chile.
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