Malestar y destinos del malestar. Artes del descontento [volumen II]
144 – malestar y destinos del malestar Artes del descontento coartada de que yo, un niño que sin embargo está empezando a dejar de serlo, le otorgue una tímida y mínima salvaguardia: participo, entonces, como una suerte de salvoconducto que ella lleva de la mano como la señal de un mundo familiar even- tualmente capaz mantenerla a salvo. Lo que vemos, en consecuencia, es una escena intima y colectiva, al mismo tiem- po que pública y privada: muchos presos se agolpan en los balcones del mencionado recinto, desde donde agitan sus manos en señal de saludo o –en el peor de los casos, como lo sabremos pronto – de despedida. Nosotros sólo vemos recortadas las figu- ras de estos hombres, que volveremos a ver aparecer, en los meses siguientes, durante los breves encuentros que diariamente se producen desde lejos. Una intimidad pública se establece entonces. El saludo es de todos, de ninguno y de cada uno, al mismo tiempo. Una íntima resistencia se deja ver en el anonimato singular de las manos que se agitan y en el diálogo mudo –pero lleno de palabras que no se escuchan – de las miradas lejanas y próximas a la vez. Lo íntimo de esta escena se enfrenta, en el espacio “público” de las calles de Santiago, a la pública impudicia de una violencia que, como lo escribe Jean-Max Gaudilliere en su artículo “Soñar en situación totalitaria” 10 , no sólo hace entrar la verdad –que es poder total – por la ventana, sino que incluso destruye las ventanas y los muros mismos, aboliendo o intentando abolir toda intimidad que pueda ofrecer alguna resistencia. El afuera del adentro Se mencionan estas escenas, estas imágenes, con el intento de poner de relieve que, en cada una de ellas, el adentro y el afuera, lo público y lo privado, la percepción y la memoria, son distinciones que, sólo gracias a un esfuerzo de figurabilidad a veces cercano al sueño o incluso a la alucinación, inscriben no solamente la relación entre la representación y las cosas del mundo, sino que –tal y como Freud 11 lo pensaba a propósito del examen de realidad – inscriben los pliegues que constituyen el afuera del adentro, instalando bajo tal condición la subjetividad como relación a sí-mismo. Relación a sí-mismo que, como lo han indicado Hannah Arendt 12 y Michel Fou- cault 13 en registros diferentes, es la condición a la vez subjetiva y política de una resis- 10 Jean-Max Gaudilliere, “Soñar en situación totalitaria,” en R. Aceituno (comp.), Espacios de tiempo . Clínica de lo traumático y procesos de simbolización (1997; Santiago: Universidad de Chile, 2011), 93. 11 Cf. Sigmund Freud, “Complemento metapsicológico a la doctrina de los sueños,” en Obras Completas de Sigmund Freud , vol. 14 (1917[1915]; Buenos Aires: Amorrortu, 1984), 230-233. Desde una aproxi- mación distinta, referida a la distinción adentro/afuera en la conformación del juicio, Freud nueva- mente alude a este mismo pliegue interior: cf. Sigmund Freud, “La negación,” en Obras Completas de Sigmund Freud , vol. 19 (1925; Buenos Aires: Amorrortu, 1984), 254-255. 12 Hannah Arendt, “La responsabilidad personal en situaciones de dictadura” en Responsabilidad y juicio (Barcelona: Paidos, 2007), 49-74. 13 Michel Foucault, El gobierno de si y de los otros (2008[1982-1983]; México: FCE, 2009).
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