Malestar y destinos del malestar. Artes del descontento [volumen II]

Ver o no ver / Roberto Aceituno – 143 Segunda imagen Una imagen distinta destaca, nuevamente, esta compleja dimensionalidad del ver . El ya célebre dibujo del Hombre de los lobos 8 condensa, en la imagen que se presenta tras una ventana –de nuevo, una ventana – en principio ahí afuera , todo un mundo interior . Es como si la escena fantasmática y real de la cual proviene –el sexo de los padres en la fantasía-realidad originaria de Sergei Pankejeff 9 – no encontrara otra manera de hacerse recuerdo, sino en la inquietante, quieta y alucinada presencia de los lobos, encaramados –o, si se prefiere, encamados – sobre el árbol legendario de la vida. Se trata, entonces, de una operación inversa a la pintura de Vermeer –aunque si- gue la misma topología de las cosas que no se ven, en este caso viéndose demasiado –, donde el hombre de los lobos se dibuja situado en el borde de su ventana. En cierto modo, es como si la intimidad del Otro –e, igualmente, de sí-mismo – sólo pudiese hacerse presente mediante la exclusión de quien ve ahí. El afuera es, entonces, aquel espacio interior cuya intimidad no puede más que proyectarse a través del ensueño, espacio liminal donde la verdad “entra por la ventana”. Tercera imagen Recurriremos ahora a otra imagen que remite a un recuerdo situado en ese espacio llamado público; aun cuando, por el hecho mismo de ser recuerdo, refiere a su vez a una intimidad, diremos: sobreviviente. Una intimidad que se resiste a ser hecha des- aparecer en la intrusión salvaje del poder que quiere implantarse como única verdad en la voluntad totalitaria. Dicha imagen-recuerdo es aquella del Estadio Nacional ubicado en la Avenida Grecia de la Comuna de Ñuñoa, en Santiago de Chile. Ahí donde fueron recluidos miles de militantes de la Unidad Popular en los meses que siguieron al Golpe Mili- tar de 1973. Han pasado pocos meses del Golpe de Estado –tengo por entonces once años – cuando acompaño a una prima mayor a mirar el Estadio Nacional desde alguna esquina cercana. Ahí, los presos políticos –y, entre ellos, el compañero de mi prima – se encuentran detenidos en la espera de un destino que puede ser más brutal aún. La acompaño en su esperanza de ver, al menos desde lejos, algún signo que muestre que su compañero está todavía allí. Ella me ha hecho acompañarla con la pequeña 8 Sergei Pankejeff, “Dibujo del Hombre de los Lobos del árbol con los lobos” reproducido en Sig- mund Freud, “De la historia de una neurosis infantil,” en Obras Completas de Sigmund Freud , vol. 17 (1918[1914]; Buenos Aires: Amorrortu, 1986), 30. Una pintura producida muy posteriormente se encuentra en expuesta en el museo de Freud en Londres: Sergei Pankejeff, Lobos sentados en un árbol , 1964. Oleo sobre tela, 45cm. x 55cm. The Freud Museum, Londres, Inglaterra. 9 Cf. Freud, “De la historia de una neurosis infantil”, 29-46.

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