Malestar y destinos del malestar. Artes del descontento [volumen II]

Lo que se escinde, lo que nos habla / Pablo Cabrera – 129 a, como lo sostendrá Piera Aulagnier 29 , el entramado de la elaboración 30 , la cría tras- pasará el umbral de la naturaleza con su nombre nombrado por Otro, así como con su alienación en el lenguaje 31 , lo cual le posibilitará atravesar los pasajes de Edipo al punto de estar en condiciones de traducir lo pulsional en una violencia-otra, ejercida bajo el marco de la ley dentro del campo cultural. Sobre este nivel habrá, no obstan- te, otra violencia propia del deseo. La violencia del pensar, del vivir, de trabajar en la construcción de un mundo, por pequeña que sea la consecución de aquella obra. Se trata de la realización de un acto, es decir, de aquella violencia-otra capaz estar, gracias a la mediación del pensar elaborativo, a la altura de las reivindicaciones del régimen pulsional y de las exigencias del ideal del yo. Será este entramado subjetivo, apto para dar cabida a lo anterior, aquello que, como lo subraya Freud al indagar el sueño de las neurosis traumáticas y su retorno a la escena del trauma en un más allá del principio del placer, resultará lo precisamente afectado por las experiencias extremas. Así también, una de las vías restitutivas, no sin encontrarse debidamente apuntala en el lazo transferencial, será habilitada por las construcciones en análisis 32 donde la figura del “arqueólogo” desplaza a aquellas del “historiador” o del “compositor”, toda vez que el analista resguarda los archivos de la historia para luego, bajo requerimiento de “componer” los huecos de la me- moria del analizante, proponer una pieza “necesaria” que podrá tener efectos de re- cuerdo, pero también de “pieza”. Todo parece jugarse en el lugar de aquel que ofrece la pieza, así como en lo que el analizante termina por metabolizar con sus propias asociaciones respecto de ella y ante el gesto judicativo. Con la introducción de la “pieza” aquella, esos agujeros sin huella provocarán efectos de huella. Se tratará, por lo tanto, de producir-huellas con los materiales de una historia e inventar para com- poner con ello la historia de una forma. Pensamos que la analogía del trabajo de construcción en análisis y de su efecto en el trabajo elaborativo – mediante ligaduras – , puede ser encontrada tanto en el arte político como A nivel de algunas experiencias de pensamiento propicias para producir “marcos” que inscriben y, con ello, hacen hablar la mudez de las experien- cias traumáticas. Los objetos memoriales producen justamente marcos indicativos y tiempos de detención, constituyendo espacios entre el individuo y lo social, así como en el in- 29 Piera Aulagnier, Violencia de la interpretación. Del pictograma al enunciado (Buenos Aires: Amor- rortu, 2007). 30 Cf. Freud, “Recordar, repetir, re-elaborar”. 31 Cf. Jacques Lacan, “El estadio del espejo como formador de la función del yo [je] tal como se nos revela en la experiencia psicoanalítica,” en Escritos, vol. 1 (México: Siglo XXI, 2011), 99-105. 32 Cf. Pablo Cabrera (comp.), Construcciones. Clínica de lo traumático y figurabilidad (Santiago: El Buen Aire/Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de Chile, 2014).

RkJQdWJsaXNoZXIy Mzc3MTg=