Malestar y destinos del malestar. Artes del descontento [volumen II]
126 – malestar y destinos del malestar Artes del descontento de Neltume – , sin entrar en la discusión de su estructura formal, resiste. Pero ¿a qué? ¿Acaso a que aquellas huellas fuesen sepultadas? Están ahí, por cierto. No obstante, alguien tiene que hacerlas hablar. Pero ¿cómo hacerlo sin un testigo, sin que alguno ponga nuevamente en curso esa historia silenciada, sin alguien que atraviese esa fosa de muerte, dolor y miedo? No insisto. No busco otro interlocutor. Vengo de vuelta… salir-entrar. Se avecina una tormenta en Neltume y decidimos retirarnos hacia el norte. La di- rección es hacia Villarrica. Llegamos al hostal. En un espacio común del mismo, me encuentro con una familia argentina. Entonces, me entero que van a Neltume. “Hola, buenas tardes, escuché que van a Neltume” – les dije acercándome. Así conozco a Myriam. Esta vez soy algomás cauto. Le explico por qué para mí es importante hablar con ella. Concordamos una hora para conversar de Neltume. Una hora, pero también un encuentro entre tres: dos sujetos que van o vienen de un lugar y de una historia. En 1973, Neltume era un pueblo pequeño y aislado. Unos pocos meses del golpe de Estado, Myriam se autoexilió junto a sus padres. Tenía 11 años y nunca más volvió. Se fue pues los suyos corrían peligro. Su abuelo era amigo de uno de los dirigen- tes miristas más importantes de la zona. “Pepe – me dice – fue acribillado el 12 de septiembre junto a su mujer, y su muerte fue expuesta a todo el pueblo”. Varias de las personas oriundas de Neltume y de la zona participaron activamente durante el gobierno de Salvador Allende. Fue uno de aquellos pocos sitios donde los lugareños se levantaron en armas el mismo 11 de septiembre. Entre otras cosas, ellos se hicieron parte de la Reforma Agraria y de la expropiación de muchos fundos de la región, así como también participaron en la administración del Complejo Forestal y Maderero Panguipulli (cfmp), el cual pasó a ser una filial de Corfo. Dolida, Myriam me ex- plica dolida que los asesinatos de Neltume fueron realmente brutales. La represión cayó en una zona en la cual muchos de los habitantes y sus niños se conocían y tenían importantes lazos. Me dice que ella está al tanto de los miristas asesinados el ‘81: se comenta que algunos familiares habrían sido quienes los delataron en el mismo Neltume. Me expresa que el terror se incrustó en la piel y en la vida cotidiana de este caserío diezmado por la dictadura y del cual se habla muy poco. De hecho, existen sospechas de que el señor Cristián Labbé – coronel de Ejército en retiro y ex alcalde de la comuna de Providencia en Santiago – participó directamente de los asesinatos del 12 de septiembre de 1973, cuando desde la capital enviaron a un grupo de milita- res con el fin de poner orden ante al levantamiento. Me llama profundamente la atención que, luego de 38 años, ella vuelva a su tie- rra natal, a su pueblo de origen.
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