Malestar y destinos del malestar. Artes del descontento [volumen II]

Lo que se escinde, lo que nos habla / Pablo Cabrera – 123 de la imaginación y su borde cruel tocan cada cierto tiempo lo real. ¿Y entonces qué hacer? Construcciones: lo que se escinde, lo que nos habla. Hacia Neltume Febrero, 2012. En el itinerario de viaje, marco el pueblo de Neltume. La primera vez que oí ese nombre, yo tenía seis años. Mis padres hablaban de Neltume para referirse al asesinato de un grupo de miristas ocurrido, en el sur de Chile, el año 1981. Escuché nítidamente aquella conversación. Era un diálogo entre ellos, en el cual no cabían mis preguntas. Hablaban de manera muy clara y sin albo- roto. En casa, cada vez que se referían a estos temas, había cierta frialdad. Ahora se me ocurre algo así como unos rostros de piedra y unos colores grisáceos, al modo de las antiguas fotografías en blanco y negro. Este hecho puntual lo había olvidado casi por completo, hasta que un amigo de mi época universitaria – habrá sido Felipe o Ernesto – volvió a nombrar el lugar – Neltume – y los asesinatos. ¿Qué quedará de Neltume? Neltume genera un sonido de otra lengua: Nel-tume. Es un término en mapu- dungún que se traduce como “tierra de libertad”. Hay nombres que, efectivamen- te, son paradójicos. El sur de Chile está lleno de aquellos nombres, aun cuando la mayoría de los pueblos hayan sido cientos de veces devastados bajo la figura de la Pacificación de la Araucanía. Marca y lugar Neltume pertenece a la Región de Los Ríos. Se ubica en una zona cordillerana a 156 kms. de Valdivia, la capital regional, y a 950 kms. al sur de Santiago. Seguimos un camino largo y polvoriento desde el lago Calafquén hasta Neltu- me. Lo primero que vimos al llegar fue un retén de Carabineros y, luego, apareció un pequeño poblado. En efecto, Neltume es un pueblo pequeño, muy pequeño, casi despoblado, donde llaman la atención el aire, la soledad y sus casas. Entonces, busqué el memorial de Alejandro Verdi. Estaba en una intersección de paso, un bandejón central, a metros de una locomotora perteneciente a otro tiempo. Ubicado entre la entrada del pueblo y el camino que, yendo hacia Puerto Fuy, conduce finalmente a San Martín de los Andes en Argentina, el memorial no es muy visible; a menos que uno se detenga ahí, no se lo percibe. Una vez frente a él, resalta su figura y su materialidad. El memorial trabaja con una figura humana de tamaño casi natural. Se trata de un cuerpo erguido, rígido, cuyo rostro es el de un hombre adulto no identificable. Su textura firme y maciza dialoga con los pilares ubicados paralelos al cuerpo, trabaja-

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