Malestar y destinos del malestar. Artes del descontento [volumen II]
Lo que se escinde, lo que nos habla / Pablo Cabrera – 119 que, por su intensidad, excederían la capacidad de elaboración del sujeto – más allá de toda nosografía – y el clivaje tendría lugar en tanto posible destino de esa expe- riencia, llegando a organizar verdaderos archivos traumáticos 9 . Hoy en día, esas ex- periencias extremas parecen ser más comunes de lo que habitualmente se reconoce. Las observamos, de hecho, en la banalidad de lo social y en la cosificación del otro. En las distintas prácticas del abuso social en que se transgrede una y otra vez –de ma- nera local e incluso, en ocasiones, de forma estructural – dicho pacto en tanto zócalo de la propia vida cívica y de la vida humana 10 . Hay todo un campo donde el ejercicio de la violencia – tanto aquella referida en la historia al modo del Terrorismo de Estado, como en aquella de carácter Político-Estructural actual – nos muestra una falla sobre distintos planos (subjetivos y locales, estructurales y globales), en donde dicha violencia no logra ser ligada en una trama de pensamiento capaz de mediarla a través de la vía clásica del discernimiento y del juicio. Bajo esta perspectiva, no sólo es el miedo al otro o al futuro lo que estaría presente en nuestras sociedades, particu- larmente cuando dicho miedo es entendido a partir de una suerte de desmemoria y de una política de construcción de gobernabilidad asociada a un contexto de crisis de legitimidad del poder institucional 11 . Dentro del análisis, habría que introducir, además, esa violencia histórica y de la vida cotidiana, cuya consecuencia se despliega en una pérdida de la distancia mínima en aquello concerniente al sujeto. De hecho, es muy probable que parte de sus efectos los podamos retratar en la forma de la an- gustia actual y la indiferencia, las cuales no parecen ser otra cosa que el lado inverso de esta parálisis del pensar y del malestar contemporáneo. No obstante, la transgresión de esa ley simbólica por sus propios representantes (Otros) evidencia que esa fractura en el orden del pensamiento no sólo implicaría una interrupción estructural de la elaboración, sino también que aquella violencia expresaría una de las vías alternativas a esa falta de traducción pulsional. Pues el no domeñamiento de lo pulsional es el infierno mismo : en su dimensión económica, la muerte avasallará y pondrá a Eros a su servicio 12 ; en su dimensión tópica, se ma- nifestará por los inquietantes imperativos de goce del superyó 13 , donde tendencias 9 Cf. Roberto Aceituno (ed.), Espacios de tiempo. Clínica de lo traumático y procesos de simbolización (San- tiago: Catalonia, 2010). 10 Cf. Sigmund Freud, “Tótem y tabú. Algunas concordancias en la vida anímica de los salvajes y los neuróticos,” en Obras Completas de Sigmund Freud , vol. 13 (1913[1912]; Buenos Aires: Amorrortu, 2007), 3-163. 11 Cf. Norbert Lechner, Las sombras del mañana. La dimensión subjetiva de la política (Santiago: LOM, 2002). 12 Cf. François Pommier, Lo extremo en psicoanálisis (2008; Santiago: Dpto. Psicología Universidad de Chile, 2011). 13 Cf. Jacques Lacan, “Kant con Sade,” en Escritos , vol. 2 (1966[1963]; México: Siglo XXI, 2011), 744- 770; Slavoj Žižek , Las metástasis del goce. Seis ensayos sobre la mujer y la causalidad (1994; Buenos Aires: Paidos, 2005).
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