Malestar y destinos del malestar. Artes del descontento [volumen II]

El arte y los escombros / Luis Montes Rojas – 115 Centro Cultural Gabriela Mistral o gam . Se remodeló después de un incendio, se res- tauraron las obras de arte sobrevivientes, se abrió la fachada para permitir el ingreso de la gente a los patios interiores y, entre sus salas, se cuenta la de una marca de ropa deportiva que promociona sus productos. Gran parte de su presupuesto es aportado por la empresa privada. Cada monumento porta sus propias balas. A modo de epílogo Al finalizar, resulta pertinente destacar los trabajos de dos de las estudiantes del curso que, conjuntamente, dirigimos con Pablo Rivera. Ellos comportan una coincidencia entre el tema tratado por este escrito y los campos de indagación que ahí se exploran. Antes de referirlos, es relevante mencionar que la referencia a ellos no necesariamente responde de su consideración al modo de obras concluidas, sinomás bien procede des- de la constatación del interés que, sobre el plano de lo aquí abordado, revisten como coincidencia, proceso, reflexión y búsqueda. El primero de ellos es aquel de Francisca Castro, el cual trabaja con signos de nues- tra historia reciente. Se trata de un video donde se registra el recorrido inverso que hiciera el senador Jaime Guzmán tras sufrir un atentado fuera del Campus Oriente de la Universidad Católica. Ella arrastra la lápida con la inscripción del nombre desde el ex Hospital Militar de vuelta hacia el emplazamiento universitario. La placa, que sufre las fracturas y el desgaste propio del arrastre, termina por desintegrarse, casi como si realizara un deseo por desvanecer aquella página de la historia y convertirla en una mera traza sobre el pavimento. El segundo trabajo es también un video realizado por Fernanda Oliva. Situado en el patio 29 del Cementerio General, es decir, en la parcela donde, como lo saben, fueron clandestinamente sepultados numerosos cuerpos de detenidos desaparecidos y asesinados en los días cercanos al 11 de septiembre del ‘73, el registro explora la soledad y el abandono de un lugar devenido monumento, donde se encuentra un niño que habita el cementerio y que juega entre las tumbas: De la nada apareció este niño, Orlando, de 5 años, y me empezó a hablar solamente porque estaba aburrido y mi presencia le causaba gracia o extrañeza, ya que claramente éramos extraños en ese lugar, el cual por decirlo así, le pertenece. Al principio fue in- cómodo; este niño era mas bien un estorbo, me hablaba todo el tiempo, no me dejaba hacer lo que iba a hacer, hasta que de tanto hablarme le empecé a tomar atención y le pregunté que hacía ahí, por qué estaba ahí. Él me contó que su abuela trabaja en ese lugar, que el tiene 5 años y va todos los días al cementerio junto con su abuela. Me contó un poco de su vida, que le gusta jugar con autos y jugar a los soldados, llamó profundamente mi atención que ese lugar, que para la mayoría de nosotros es un lugar monumental, un lugar de memoria, para Orlando se convertía en un lugar completa-

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