Malestar y destinos del malestar. Artes del descontento [volumen II]
110 – malestar y destinos del malestar Artes del descontento cano como un proceso lineal, legítimo, ejemplar. En la lectura de Salinas Campos 4 , O’higgins es erigido como héroe de la guerra, dios Marte criollo; Montt como héroe del Estado, del progreso material y la riqueza; Andrés Bello como héroe de la razón y la mesura; y, finalmente, Diego Portales Palazuelos como héroe del comercio, “aliado del clero y de los capitalistas” 5 . Respecto de esta última estatua, la historia cuenta que el proyecto de su construc- ción fue encargado por el Presidente Montt al artista francés Jean-Joseph Perraud por intermedio del Almirante Blanco Encalada, quien ejercía como representante de Chile en París. La fundición quedó en manos del taller de Víctor Thiébaut, el más prestigioso de la capital gala. El escultor Perraud retrató a Portales a la manera de un político de la antigua Roma, cubierto con una túnica que lo dotaba de una exagerada dignidad, la cual supera largamente los relatos que hicieran sus contemporáneos acerca de su figura y de su estampa. En su mano extendida, un rollo con la Constitución de 1833 es entregado al pueblo y a la historia. Ubicada hoy frente al Palacio de la Moneda, la estatua dirige su mirada hacia la puerta principal de la casa de gobierno y personifica al fundador de la institucionalidad chilena. En la Plaza de la Constitución y con el pergamino de la Carta Magna en la mano, su presencia se mantiene inalterable, pese a tratarse de un ministro que se manifest ó abiertamente proclive a transgredir las leyes si el bien del país así lo ameritaba: “¡con ley o sin ella, a la señora que llaman Constitución, hay que violarla cuando las circuns- tancias son extremas y qué importa que lo sea, cuando en un año la parvulita lo ha sido tantas por su perfecta inutilidad!» 6 . Su meta fue aquella de un “gobierno fuerte, centralizador, cuyos hombres sean verdaderos modelos de virtud y patriotismo, y así enderezar a los ciudadanos por el camino del orden y de las virtudes” 7 , en función de lo cual se daría estabilidad y crecimiento a Chile. Combatió la delincuencia y el bandole- rismo, creando policías, realizando batidas a los salteadores y practicando una directa vigilancia de los jueces encargados de castigar los delitos. Una de sus ideas, abolida años después de sumuerte, fue la de dar castigo a los delincuentes en celdas ambulantes que, enganchadas a yuntas de bueyes, circulaban por la ciudad para producir escarmiento público. Esta institución conocida como “los carros”, además de la revigorización de la pena de azotes y la prohibición de las tabernas populares, constituyeron un lazo entre la república naciente y la tradición colonial consistente en someter con férrea mano 4 Maximiliano Salinas Campos, “¡Y no se ríen de este leso porque es dueño de millones!: el asedio cómico y popular de Juan Rafael Allende”. Revista Historia , nº 39 (2006): 231-262. 5 Miguel de la Barra, “Discurso de inauguración de la estatua de Portales”. El Ferrocarril (Santiago, Chi- le), septiembre 22, 1860. 6 Carta de Diego Portales a don Antonio Garfias. Para consultar su reproducción, cf. Sergio Villalobos, Portales, una falsificación histórica (Santiago: Ed. Universitaria, 2005), 122. 7 Carta de Diego Portales a J. M. Ceas. Para consultar su reproducción, cf. Gabriel Salazar y Julio Pinto, Historia contemporánea de Chile: Estado, legitimidad, ciudadanía , vol. 1 (Santiago: LOM, 1999), 134.
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