Malestar y destinos del malestar. Artes del descontento [volumen II]

102 – malestar y destinos del malestar Artes del descontento movilizó para imposibilitar un espectáculo de similares características, levantando la consigna “demasiada sombra sobre esta luz” e indicando – en una carta abierta a la nación – que “las catedrales de luz y las antorchas son rituales masivos pseudo-sacros utilizados por los sistemas políticos totalitarios”. Sabido esto, no podemos dejar de pensar en nuestra propia sombra, sus luces y sus antorchas. Al atardecer del 11 de septiembre de 1975, con motivo de la celebración de los dos años del golpe de Estado, los cuatro miembros de la junta golpista encendieron – cada uno con una antorcha – la Llama Eterna de la Libertad , monumento con- memorativo de lo que – en palabras del dictador – fue la segunda independencia de la patria. En la Plaza Bulnes – precisamente, frente a la fachada sur del palacio de La Moneda – , Pinochet pronunció un “encendido” discurso: Más que un símbolo, la gran llama de la Libertad que encenderemos esta tarde es un objetivo concreto que habla de esfuerzos, voluntad y vocación. Esfuerzo para preservarla, perfeccionarla y mantenerla viva e inextinguible en todos los tiempos. Voluntad para defenderla de toda amenaza y salvaguardarla de todo daño […]. La libertad no es un don gratuito. Hay que conquistarla día tras día, porque a todas horas trabajan los enemigos de ella para destruirla o desvalorizarla en nuestras con- ciencias […]. Por último, hay que entregarla a nuestros descendientes pura y limpia, para que ellos reciban el más preciado legado y sepan cuidarla para sus hijos. 1 La euforia fascista rodeó la pirámide en cuyo centro se encendió la llama, mientras se escuchaban el himno nacional y la canción Libre , popularizada por Nino Bravo y transformada en otro de los símbolos del fascismo chileno (esto gracias a la sentida interpretación que el humorista Edmundo “Bigote” Arrocet realizara en la versión de 1974 del Festival Internacional de la Canción de Viña del Mar , donde en presencia del dictador y de su comitiva las antorchas se encendieron entre un público que lo vitoreaba). Un par de semanas después, el monumento fue trasladado hasta la terra- za Caupolicán del Cerro Santa Lucía, lugar donde permaneció hasta el 15 de octubre de 1982, cuando fue trasladado a su último destino conocido: el Altar de la Patria (desde donde fue sacada por el tercer gobierno de la Concertación, encabezado por Ricardo Lagos, a raíz de la mudanza temporal de los restos de Bernardo O’Higgins a la Escuela Militar y por el tiempo que duraría la remodelación de la Plaza de la Ciudadanía en el tramo sur de la Alameda). Un par de meses antes de que el espíritu fascista chileno fuera encendido por la dictadura – en lo que podríamos entender como un anuncio de la perpetuación de su voluntad libertadora y de la eternización de su sombra –, esta última modificó la 1 Augusto Pinochet Ugarte, “Chile: 11 de Septiembre de 1975,” en Chile Enciende la Llama de la Libertad (Santiago: Dirección Nacional de Comunicación Social/Editora Nacional Gabriela Mistral, 1975), 1.

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