Casta y sumisión. Chile a 50 años de la Reforma Agraria

82 – Casta y Sumisión Participábamos, a fin de cuentas, en todas las actividades que tenían relación al trabajo de la tierra” 16 . Según estos testimonios, el ethos hacendal radica en un modo de ser y una forma de vida que fue el soporte de la nacionalidad, soporte anclado en la díada patrón- inquilino, referentes privilegiados de la cultura huasa del valle central chileno, aniquilada finalmente, según Correa, por el modelo exportador y por la llegada de otros agentes al campo, que habrían desplazado a los antiguos dueños de la tierra contradiciendo lo afirmado por Cousiño en términos de la continuidad de la transmisión del poder de las elites propietarias entre generaciones. Así, los “Emilios” de Fontaine no serían los herederos de la vieja oligarquía terrateniente. Estas fisuras interpretativas, presentes en las subjetividades del sector patro- nal, adquieren un rostro menos nostálgico, más gremial, permitiendo compren- der cómo “Emilios” y nuevos llegados al campo aúnan interpretaciones sobre la Reforma Agraria, unos del lado de la nostalgia, otros del lado de la afirmación de un poder empresarial inscrito en un capitalismo agrario triunfante. Ello se refleja en la declaración de la Sociedad Nacional de Agricultura, encabezada por Ricardo Ariztía de Castro. Dicha Declaración, un inserto a página completa de El Mercurio 17 , fija la postura de la sna ante la celebración de la reforma agraria en estos términos: “Por estos días hemos conocido múltiples actividades y eventos patrocinados y financiados por el Gobierno, en recuerdo y celebración de los 50 años de la reforma agraria chilena, presentándola como un hecho histórico digno de con- memorar y celebrar. (….) Sin duda la reforma agraria ha sido uno de los proce- sos más traumáticos de la historia de Chile, donde hubo muertes, destrucción y desabastecimiento, convirtiéndose en la puerta de entrada al quiebre definitivo del estado de derecho que antecedió a la caída del régimen democrático del que nuestro país se enorgullecía. La reforma agraria fue un proceso que, aunque for- zado por requerimientos foráneos, se inició bajo las normas democráticas” (….) “Más grave aún que la violación del estado de derecho y las enormes pérdidas económicas, la reforma agraria quebró la unidad de Chile, creó una división profunda entre sus habitantes del campo mediante la siembra del odio hacia los propietarios, odio que nunca había existido. Por lo tanto, no se entiende el ob- jetivo de celebrar un proceso tan pernicioso para el país como lo fue la reforma agraria, y hacerlo, solo contribuye a rememorar atropellos, injusticias y división entre los chilenos. Afortunadamente, a 50 años de un proceso tan destructivo, 16 Correa, p. 207, citando a Lyon Valverde, 2005: 119-120. 17 Inserto SNA, El Mercurio , D10, 30 de julio, 2017.

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