Casta y sumisión. Chile a 50 años de la Reforma Agraria
El cementerio de Picpus / José Bengoa – 69 pesinos que fueron presos, detenidos, desaparecidos, fusilados o simplemente, como Lonquén, lanzados vivos a un horno de cal. Luego fueron lanzados tex- tualmente a la miseria de los caminos, siguiendo la antigua costumbre de las Ha- ciendas de lanzar al camino público al inquilino o peón díscolo. Después del Golpe de Septiembre toda la sociedad chilena quedó convulsionada, separados unos de otros, sin comunicación y los campesinos se sintieron terriblemente solos. Los recuerdos y testimonios de esos días son innumerables pero hay que tener paciencia para escucharlos. Porque muchas veces se produjo un proceso de vergüenza por lo ocurrido. Los comunicadores de la Dictadura fueron mal- vados y hablaron de “ una gran farra ” y que ahora había “ que pagar la cuenta ” haciéndose eco de una experiencia por todos tenida muchas veces; una noche de francachela y al día siguiente golpearse la frente y decir en voz baja: ¡Qué hice! Muchos campesinos y sus familiares se avergonzaron de lo ocurrido, sobre todo cuando después les dieron tierras, las parcelas de la Reforma Agraria, y las perdieron, o cuando para tenerlas y obtener el puntaje hubo que delatar a al- guien, o tantos casos de rupturas de solidaridades que ocurrieron en esos años en el campo. De allí surge esta Memoria truncada o quizá también congelada en los sectores campesinos. En los patronos también; pero la vergüenza, es diferente, quizá la vergüenza de su incapacidad empresarial, de no haber podido defenderse de las críticas, de haber perdido las haciendas y haberse contentado con unos bonos a plazo que les pagaría el Estado después del Golpe militar. Todos saben muy bien lo que fue la revancha y el modo cómo cobardemente participaron en ella. Por eso como decía un dirigente, “mejor no recordar ciertas cosas”. Pero eso no fue todo. Pinochet les devolvió a muchos patrones las tierras, les amplió la “ reserva de tierras ” y les dijo que sembraran hasta el “ borde de los caminos ”. Muchos lo hicieron, se endeudaron con los bancos y demostraron que no habían nacido para empresas capitalistas y que solamente habían vivido de rentas, de regañar a inquilinos, y de hacerse obedecer. Perdieron por segunda vez y en ciertos casos mucho más que con la misma Reforma Agraria. Corría el año 1976/77 y un Ministro de Agricultura ante la protesta de sus pares, les gritó “ cómanse las vacas ”. Domingo Durán Newman quien había liderado a los agri- cultores del sur contra Salvador Allende fue puesto fuera del país y pasó su exilio dorado en Bariloche. Las historias de Haciendas que hemos realizado en el programa “Memorias de la Hacienda”, muestran un enorme manto de vergüenza en todos los estamen- tos rurales. Especialmente ocurre en los hombres y no del mismo modo o casi de ninguna manera, en las mujeres. Dueños de los campos, parceleros, ex inqui-
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