Casta y sumisión. Chile a 50 años de la Reforma Agraria
62 – Casta y Sumisión nero y la del dinero en mercancía, pueda orientar un tanto este asunto complejo. Teniendo el dinero se puede comprar mercancía pero quienes parten de una po- sición pre capitalista en que lo importante es la mercancía, la tierra en este caso y allí se encuentra la posibilidad y el origen del dinero, del poder, su pérdida es insoportable. Es una mirada. Mirar la Historia es observar estas complejidades. No se puede hacer historia desde el testimonio desgarrado de quien perdió sus vacas y de ahí generalizar. 5 Lo primero que habría que establecer para comenzar a hacer Historia propia- mente tal, es si el inquilinaje era o no era un sistema oprobioso al iniciarse –a lo menos– la segunda mitad del siglo veinte. He llegado a la conclusión entrevis- tando a decenas o centenas quizá a esta altura, de antiguos inquilinos que la me- moria por lo menos hoy por hoy existente señala que la “ obligación ” era la forma de esclavitud en Chile Central. Durante seis años hicimos un programa de estudios que se denominó “Me- morias de las haciendas” . Muchos y muchas tesistas se fueron a vivir por largos períodos a los campos y conversaron con la gente mayor, grabaron sus recuerdos, registraron en video historias e historias 3 No hay ni un testimonio que reivin- dique desde el punto de vista económico la vida en las haciendas, incluso las más ricas, a fines de los años sesenta. Se valora con nostalgia la “seguridad ”. Si el inquilino o las personas que allí vivían se “ portaban bien ”, vivían de modo seguro. Se comía la ración de porotos, el pan denominado “galleta”, y en las fiestas que se sacrificaba a algún animal. No había casi dinero y se vivía en mucha pobreza. Lo recuerdan todas y todos. Ellas lo recuerdan con mayor dolor. Se agrega al recuerdo de los hijos, sobre el sufrimiento de las mujeres, ma- dres, que debían levantarse al alba a sacar la leche incluso en pleno invierno. Los recuerdos de sabañones en las manos y orejas, dolores de espalda y frio son otro aspecto generalizado. Los niños de esa época se recuerdan haber salido tempra- namente a “ ternerear ” y dejar la escuela. La mirada latifundiaria nostálgica de “ nuestros fieles colaboradores ” o de que “éramos una gran familia”, o más aún, que “ jugábamos los niños de los inquilinos y de los patrones todos juntos”, es un juego perverso que la memoria falsifica. Por cierto que se creía que se vivía en una gran familia y Misia Elenita Echenique 3 Ver por ejemplo “ El Huique. Memorias de la hacienda de los Presidentes de Chile ”. En Youtube y en www.escueladeantropologia.cl
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