Casta y sumisión. Chile a 50 años de la Reforma Agraria
El cementerio de Picpus / José Bengoa – 61 encima del Congreso entregando el mismo presupuesto del año anterior, como decían los libros de historia (con minúscula); percibió que había intereses forá- neos, ingleses, y que la guerra se había dado en un contexto económico mundial de mucha mayor complejidad. Ahí comenzó recién la Historia. 4 No hay traspaso, no hay avances comprensivos, y en el caso de los propietarios y los “intelectuales del latifundio perdido ” (que abundan) solo hay nostalgia por la Hacienda, por la felicidad de los campos ambientada por la adulcorada música de los Huasos Quincheros. Pareciera que una clave de comprensión es la función que juega la propiedad territorial, la tierra, en las sociedades humanas. Quizá esa reflexión no estuvo en ese período demasiado presente. Sin querer recordar a Rousseau, no podemos menos que pensar en que el poder social, decía, se basa en los derechos autootor- gados por el “primer ocupante” y por lo tanto el que después de haber empleado la fuerza la institucionaliza y transforma en propiedad privada, propiedad te- rritorial. La tierra da un nivel de seguridad social del que está exento el capital financiero e incluso el industrial. Los propietarios de los bancos e industrias que fueron en esos años expropiados – y sus descendientes– no tienen el mismo gra- do de pasiones que los terratenientes e incluso que los campesinos parceleros que fueron posteriormente despojados de sus tierras por el mercado, y las presiones indebidas y poderosas de los compradores. La tierra se ubica en un terreno subli- minal superior y quizá allí radica su grado de explosividad. En la Revista de los Anales de la Universidad de Chile del mes de Agosto del año 2017, dedicada a la Reforma Agraria, hay una interesante reflexión del sociólogo Sergio Gómez sobre la importancia de la propiedad de la tierra en las sociedades y en la chilena en particular. Cita a varios intelectuales y políticos pro reformas que reflexionan sobre este punto, entre ellos a Luis Maira. No cabe mucha duda que la tierra provoca ataduras de valor simbólico y “telúrico” habría añadido Neruda, que otras propiedades no tienen. En ese mismo acto en el Salón de Honor, antes de leer los Anales citados, ante una pregunta del público señalé la diferencia con el recuerdo de las expropiaciones de fábricas, por ejemplo la de la familia Yarur, fábrica textil de mucho renombre. En la sala estaba justamente Peter Winn, el historiador norteamericano que ha estudiado con mayor detalle ese proceso ocurrido durante la Unidad Popular. Quizá la diferencia que marcó Carlos Marx con su afamada fórmula de la transformación de la mercancía en di-
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