Casta y sumisión. Chile a 50 años de la Reforma Agraria
El cementerio de Picpus / José Bengoa – 59 burocratización de la dirigencia pagada por el Estado. Los dirigentes campesinos que han asistido a estos actos, con igualmente extraordinarias excepciones de alta capacidad de análisis del pasado, se afirman en su mayoría a una memoria dura e inamovible. En todos estos actos hemos tenido la presencia de los actuales diri- gentes campesinos que son insólitamente los mismos que iniciaron el movimien- to campesino en los años sesenta, hace cincuenta años. Allí no ha habido, en el ámbito sindical, ninguna renovación. Sus discursos son igualmente inmóviles y a-históricos. Son en todo caso testimonios, a veces desgarradores y emocionantes de lo que fue esa época, de lo que ocurrió con sus familias y de las esperanzas que allí se sembraron. Lamentablemente ninguno de ellos da cuenta de un hecho tan definitivo consistente en que hoy por hoy no existe organización sindical campesina y que los sindicatos y cooperativas prácticamente han desaparecido del ámbito rural. 2 Las Conmemoraciones de los 50 años de la Reforma Agraria manifiestan un caso extremo y paradigmático en Chile de la Memoria Petrificada. En vez de Historia, que a lo menos se la podría exigir después de medio siglo de ocurridos los hechos, predominan los intereses históricos, los que hubo, y los que siguen presentes. Y como es bien sabido poner de acuerdo solamente a intereses contrapuestos es imposible. Mejor olvidarse del asunto y abocarse a las cosas de la actualidad, a los nuevos focos de interés. Como dijo con cierta sabiduría pragmática el actual Presidente de la sofo, Sociedad de Fomento agrícola del sur: “mejor de eso no hablar”. Esta suerte de memoria congelada, petrificada, estancada o como se la quiera describir es lo que más atrae de este período de conmemoraciones Es quizá uno de los mayores y más interesantes temas de estudio e investigación histórico so- cial para comprender mejor nuestra sociedad. Como todo el mundo sabe la memoria se construye en un enjambre comple- jo de “recuerdos y olvidos”. Cuando un recuerdo se transforma en obsesión, una suerte de “ hipernmesia ”, la vida se hace insoportable. Leo una carta en el Diario El Mercurio de un señor de 99 años en la actualidad, que dice haber tenido un establo de vacas lecheras y fue expropiado “cuando visitó Chile, Fidel Castro”. La precisión es histórica pero no tiene necesariamente relación la visita del líder cubano, con su expropiación. Y señala que las vacas se murieron y agrega “que las carnearon ”. Por cierto que es un recuerdo insoportable. Habría que decir incluso
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