Casta y sumisión. Chile a 50 años de la Reforma Agraria
42 – Casta y Sumisión y un 22,4 % como inquilino o asalariado agrícola (Silva, 1988:26). Del resto, un 5,3 % se había incorporado a los programas de empleo mínimo; el 7,7 % realizaba otras actividades y el 11,2 % se encontraba cesante o había jubilado. 4.2 Desarrollo agroexportador y crisis de la agricultura tradicional Un segundo momento en la trayectoria del campesinado, con posterioridad a la reforma agraria, estuvo relacionado con la crisis que comenzó a manifestar el sector de la “agricultura tradicional” a principios de los años ochenta. Esta situación de crisis ha sido explicada como consecuencia del deterioro que genera en ese sector la reducción de tasas arancelarias y el ingreso masivo de productos importados (Campero, 1984; Gómez, 1986). Inicialmente, la aplicación de esta política repercutiría directamente en los empresarios productores de trigo y le- che de la zona Centro-Sur del país. Posteriormente, esta situación se extenderá también a otros rubros afectando a los productores del resto de la Zona Central. Para el empresariado agrícola “tradicional”, el momento más crítico se produjo entre los años 1981 y 1982. Durante esos años se acrecentaron los problemas eco- nómicos y financieros de los agricultores, debido a las consecuencias negativas que trajo para el mercado de productos agrícolas la quiebra de algunas empresas agroindustriales ligadas al procesamiento de la remolacha y de la leche. Además, la disminución de la demanda interna, generada por la crisis, y el aumento de las tasas de interés de los créditos bancarios, tendieron prácticamente a paralizar este sector. A raíz de lo anterior, se desencadenó una fuerte movilización de parte de las principales organizaciones de empresarios agrícolas, en contra de las medidas implementadas para la agricultura. Las mayores manifestaciones de conflictivi- dad se vivirían durante el año 1982, en las principales ciudades de la Zona Centro y Sur de nuestro país, hasta obligar a las autoridades económicas a adoptar nue- vas estrategias destinadas a reactivar la producción agropecuaria. Sin embargo, algunos empresarios “tradicionales” se vieron en la necesidad de comenzar a re- convertir parte de su producción hacia rubros exportables. El conflicto y la movilización de los empresarios agrícolas serían neutrali- zados luego del vuelco que experimentó la política económica en 1983, al poner término a la fase de liberalización a ultranza (Martínez y Díaz, 1995). Con pos- terioridad a esa fecha, se adoptaron una serie de medidas que permitieron la re- cuperación de una parte importante de los empresarios y pequeños productores que no lograron derivar hacia la producción agroexportadora. Entre las medidas más importantes destacaron la fijación de bandas de precio para algunos pro-
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