Casta y sumisión. Chile a 50 años de la Reforma Agraria

Estado, terratenientes y campesinos / Octavio Avendaño – 41 traería enormes repercusiones en el sector de la “agricultura tradicional”, espe- cialmente –a fines de los años setenta– en la producción cerealera y ganadera, debido al masivo ingreso de productos importados y por el mantenimiento de un tipo de cambio fijo durante un periodo bastante prolongado. Así, el principio de la desregulación se impuso en el agro con todas sus fuer- zas, afectando incluso a aquellos empresarios fabriles que por décadas se habían dedicado a abastecer el mercado interno. El Estado intervino creando una se- rie de condicionantes, con el propósito de facilitar el desarrollo de la actividad agroexportadora, como la desarticulación de las organizaciones campesinas, la implementación de medidas de flexibilización laboral –a fines de los años se- tenta–, la liberalización del mercado de tierra, aludida anteriormente, y el apo- yo crediticio directo a los productores de rubros exportables (Martínez y Díaz, 1995; Kurtz, 2004). Con ello pudo otorgar un importante estímulo a la produc- ción frutícola y forestal, las que se concentrarían principalmente en las grandes y medianas propiedades agrícolas. En el caso específico del campesinado que se constituye a partir del proceso de asignaciones, las nuevas políticas que se implementaron en la economía agra- ria provocaron enormes dificultades en una parte importante de los pequeños productores que se dedicaban al cultivo de rubros tradicionales. El resto de los campesinos asignatarios encontraría una serie de restricciones para su desenvol- vimiento en los diferentes mercados, así como para llevar a cabo la organización productiva interna de sus respectivas parcelas. Un aspecto determinante en la trayectoria del campesinado estará dado por la reducción y el retiro del apoyo brindado por las instituciones del Estado, como Indap y cora, hacia la pequeña agricultura campesina. Incluso, buena parte del apoyo crediticio y técnico, que había sido canalizado a través de Indap, sería asumido por las empresas agroin- dustriales e instituciones financieras privadas. Durante esta primera fase de la implementación del modelo neoliberal en la agricultura, un hecho que llama especialmente la atención es el descenso de la migración campo-ciudad, especialmente por parte de quienes no fueron be- neficiados por las asignaciones de pequeñas propiedades. Como ocurrirá poste- riormente con algunos campesinos que se vieron en la necesidad de enajenar y vender sus pequeñas propiedades, gran parte de esta población rural pasará a rea- lizar actividades eminentemente agrícolas como asalariados en predios de asig- natarios o de algunos empresarios. De acuerdo a un estudio realizado por Icira en 1978, acerca de la situación ocupacional de los exasentados no asignatarios, un 28 % se encontraba como asalariado, mediero o simplemente allegado en la parcela de un asignatario; un 25,1 % se empleaba como afuerino, temporal o voluntario;

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