Casta y sumisión. Chile a 50 años de la Reforma Agraria

38 – Casta y Sumisión 4. La contrarreforma agraria y la modernización neoliberal 4.1 Los efectos de la contrarreforma agraria Con posterioridad al golpe de Estado del 11 de septiembre de 1973, se desplegó una intensa represión en las principales localidades de las zonas Centro y Sur del país. En las investigaciones que, a partir de 1990, fueron promovidas por las nuevas autoridades que sucedieron al régimen militar, no existen estimaciones exactas de la cantidad de campesinos partícipes de la reforma agraria que fueron víctimas de apremios, fusilamientos y desapariciones. Con la excepción de un reciente trabajo de Bengoa (2016:99ss.), que rescata las imágenes –mediante fo- tografías– de campesinos desaparecidos, tampoco existen estudios sistemáticos que analicen la magnitud de la represión en el campo. Lo que sí se sabe es que la represión ejercida por los militares fue consecuencia de una campaña de denun- cias y entrega de información de terratenientes afectados por tomas y otras medi- das de presión por la reforma agraria, muchos de los cuales integraban los princi- pales gremios de empresarios agrícolas del país. En forma simultánea, desde 1975 la política agraria experimentó un vuelco al ser supeditada a los requerimientos del nuevo proyecto neoliberal. Dicho proyecto contemplaba la implementación de medidas desreguladoras en el ámbito productivo y una política aperturista, a fin de estimular el desarrollo exportador. Una de las primeras resoluciones re- lacionadas con la agricultura sería poner fin al proceso de expropiaciones y a la organización del sector que surgió con la reforma agraria. Coherente con el proyecto neoliberal y con el discurso político-ideológico predominante, el Estado llevó a cabo un proceso de privatización de la tierra perteneciente en ese momento al sector reformado . Para ello se establecieron tres procedimientos: i) la asignación individual de parcelas a una parte de los asenta- dos que fueron beneficiarios de la reforma agraria; ii) la llamada “regularización” del mercado de la tierra; y iii) la transferencia a empresas o individuos, mediante venta o licitación, de aquella tierra no devuelta ni asignada. En este contexto, un hecho particularmente significativo en lo que respecta al campesinado sería la disolución de algunas formas de organización económi- co-productivas, o simplemente asociativas, existentes hasta ese momento (Aven- daño, 2000; Kurtz, 2004). Como lo señala una de las primeras investigaciones realizadas por el gia, hasta 1973 existían 308 cooperativas campesinas, compues- tas por más de 90.000 socios, y 207 cooperativas de reforma agraria, con 9900 socios, además de 2811 asentamientos y otras organizaciones del sector reforma-

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