Casta y sumisión. Chile a 50 años de la Reforma Agraria

Estado, terratenientes y campesinos / Octavio Avendaño – 27 establecer el sistema de inquilinaje, basado en el pago de arriendo, lo que, a juicio de autores como Gabriel Salazar (1985), constituyó una vía restringida de cam- pesinización de una parte de los sectores populares en nuestro país. La hacienda se constituyó como una estructura jerárquica y piramidal, en la que se asentaba población diversa, cubriendo extensas superficies territoriales. Aparte del inquilinaje, el sistema hacendal también incluyó otro tipo de categorías laborales, como peones permanentes, capataces, peones ocasionales y, más adelante, formas de mediería (Góngora, 1974; Bengoa, 1988, 1990; Kay, 1992; Bauer, 1994). En su interior se entremezclaron relaciones de tipo capita- lista, con resabios de carácter precapitalista, razón por la cual, durante mucho tiempo, en la historiografía y la sociología se produjo un intenso debate sobre el carácter feudal o capitalista que primaba en las haciendas. Hacia fines del siglo xviii, en Chile tuvo lugar una importante política de colonización y de crea- ción de localidades y villorrios, que influyó notablemente en la formación de un sector de labradores y pequeños productores independientes (Salazar, 1985; Bauer, 1994). A este primer proceso de campesinización se agrega, a lo largo del siglo xix, la presencia de una gran cantidad de pequeños propietarios derivados de los procesos de subdivisión o fragmentación de las haciendas por efectos de las múltiples herencias. Surge, así, un sector de campesinos “minifundistas” que, durante muchas décadas, coexistirá con otras categorías de trabajadores agríco- las, como el inquilinaje y el peonaje, que laboraban y dependían directamen- te de las haciendas. Sin embargo, a lo largo del siglo xx, entre los campesinos minifundistas también se irá produciendo una vinculación más estrecha con el sistema hacendal, debido principalmente a los bajos niveles de producción de las pequeñas propiedades, constituyendo una simbiosis que ha sido conocida como el “complejo latifundio-minifundio”. El sistema hacendal se logró proyectar más allá de la disolución del sistema colonial. No hubo interés en su transformación por parte de las élites criollas, integradas mayoritariamente por hacendados y grandes comerciantes en gene- ral. Para esa élite resultó más conveniente seguir manteniendo un modelo de desarrollo centrado en la producción y exportación de materias primas, agrícolas y posteriormente mineras, hacia las economías europeas más dinámicas. Sin em- bargo, con excepción del auge triguero, que se reactivó con los mercados de Cali- fornia y Australia, la producción de las haciendas resultó deficitaria, tomando en cuenta las vastas superficies ocupadas por ese tipo de propiedades. En la segunda mitad del siglo xix, la importancia económica y productiva de las haciendas fue desplazada por la importancia que adquirió la minería de la plata, del salitre y del cobre. Pese a todo, seguían controlando una importante cantidad de población

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