Casta y sumisión. Chile a 50 años de la Reforma Agraria

198 – Casta y Sumisión en todos los recorridos, físicos y metafísicos, nominales y performativos, como quiera que aparezca lo humano y sus mundos. La forma de la sociedad chilena del fundo es la forma de la desigualdad cua- litativa; y no solo, ni primeramente, cuantitativa. No es un asunto de individuos, ni de más o menos ingresos, sino de estirpes, categorías, conjuntos cerrados, fa- milias, genéticas y otros modos de reconocerse y cerrarse sobre sí entre los huma- nos. Se trata de una desigualad estructural y no solo relativa, en tanto se constata y reproduce continuamente; atando y apartando al mismo tiempo a dos con- juntos, y señalándolos como el uno para el otro en una soldada relación de des- igualdad . Relación que clasifica de modo absoluto y prácticamente irreversible, a uno en una clase y a otros, en otra, jerárquica como una vertical discontinua de extremos polares. Es un régimen de apartheid , en el sentido de un apartamiento constitucio- nal. Que no lo fuera físico, en el sentido de la co-presencia de unos y otros, pero en la co-presencia la distancia simbólica era lo esencial. Distancia que se regulaba en los ojos y en la voz, y así, por extensión, en lo cotidiano, como modos de hacer cumplir aquel orden de la desigualdad. El habla venía reservada, la mirada tam- bién. Desde el inicio, entonces, se funda una desigualdad entre amo y súbdito, una desigualdad entre una palabra superior y una escucha inferior, entre el de arriba y quien está abajo, como si fuera la forma natural del mundo. La construcción de la distancia o la sociedad segregada. El dúo clasismo y el ruido étnico Como si hubiera necesidad continua de trazar la frontera irreversible entre unos y otros, esto es como una obsesión por la separación, el apartamiento; como si latiera la sospecha de un parentesco que ya viene dicho en la forma de una so- ciedad dual, mestiza-criolla. Acaso porque criollo y mestizo difieren menos de lo que se creía, o de lo que se quería creer, había de (re)hacerse una y otra vez la sobre-señalización de la posible distancia. Y acaso eso mismo operaba como un círculo que iterativamente se iba volviendo sobre sí, encerrándose como una red que cierra el ingreso de más mestizaje, pero a la vez ingresa toda posibilidad de inmigración blanca que arribe por estas islas. Pero la diferencia estaba marcada en el fenotipo y el asunto en este caso se pone denso, cavernario. En esta relación de desigualdad fundacional, se acoplan de modo armónico una estructura social (propietarios/no propietarios: inquilinos, afuerinos) y una ideología estamental para servirla. Los mismos que como clase son los dueños,

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