Casta y sumisión. Chile a 50 años de la Reforma Agraria

Sobre el origen del clasismo, el racismo y el autoritarismo chileno / Manuel Canales – 197 dos lógicas que convergen en un ethos o morada . La primera, proveniente de la hipertrofia de la obediencia, es la forma autoritaria y castigadora. La segunda se desprende del principio de la desigualdad total o dual de clases y su ideología, que en este caso es de carácter racista (criollismo). Son estas dos lógicas provenientes del fundo las que se hallan en el origen de la sociedad chilena y las que alcanzaron una densidad tal que consiguieron sujetar y organizar las energías humanas de un modo que no hemos vuelto a ver hasta hoy. Del fundo provienen dos rasgos constitutivos de la sociedad chilena, que casi no se han movido desde su instalación. Por una parte, en superficie, la importan- cia generalizada de los apellidos, los cuales no operan por la mera curiosidad genealógica, sino por una muy sociológicamente especificada forma de calificar a las gentes. Por otro lado, en las mismas superficies, por ese apego obseso al orden y sus conexiones, como el gusto o aceptación beneficiosa del castigo o punición social. En suma, del fundo vienen, sin más, la cuestión de la desigualdad –y sus ideologías y transformaciones– y el autoritarismo. Réstese de la sociedad chilena actual –o de la del siglo xvii, o de antes o después, da igual– alguno, o los dos, de esos rasgos y tendremos una sociedad distinta, pues aquí en Chile, hasta hoy, solo hemos conocido una sociedad en for- ma de hacienda, y aquella estuvo construida precisamente sobre esos dos pilares. La sociedad partida: desigualdad chilena y el apartismo originario del fundo La sociedad del fundo, de inicio y forma, fue partida en dos. Como una suerte de pacto fundacional, donde nacía una, la sociedad chilena, nacían dos: las familias o la clase propietaria y el pueblo, ya inquilino, ya vagante o minifundiario libre y marginal. Sin embargo, el mito lo cuenta y lo invierte: de dos partes, española y mapuche, habría nacido una unidad llamada Chile. Así, acaso pudo serlo en las sociedades donde el mestizaje es reconocido y el indio está presente para atesti- guarlo, y no cuando, como es el caso, el mestizo hubo de negarse y el indio fue muerto o huido. De esta partición originaria de la estructura chilena, la entrada al fundo era la suscripción ritualizada de aquel pacto que funde y separa. Se ingresaba al fun- do como inquilino, sabiendo y aceptando esa dualidad total como dada y buena, reconociendo en la puerta una minoridad o inferioridad naturalizante, fisiológi- ca, de clase y de familia. La permanencia en el fundo seguía la dualidad trazada

RkJQdWJsaXNoZXIy Mzc3MTg=