Casta y sumisión. Chile a 50 años de la Reforma Agraria
184 – Casta y Sumisión De ahí que tales proposiciones puedan, tanto defender como negar la presen- cia participante de los campesinos como reales corresponsables en el proceso de cambio. También pueden inclinarse por las soluciones tecnicistas o mecanicistas que, aplicadas al dominio de lo humano, que indudablemente es el dominio en que se verifica la reforma agraria, significan fracasos objetivos o éxitos aparentes”. (Freire, 1973, p. 63). Definida así la reforma agraria, el agrónomo debía entenderse dentro del proceso “más que [como] un técnico frío y distante, … [como] un educador que se com- promete y se inserta con los campesinos en la transformación, como sujeto, con otros sujetos” (p. 71). Freire (1973) plantea la necesidad de reconceptualizar la llamada “extensión”, término usado para definir el trabajo de los técnicos y profe- sionales agrónomos en el campo, remplazándolo por el de “comunicación”. No se trataba de una renuncia al conocimiento técnico-científico, sino del respeto de la cultura local. En este contexto, Freire usará la expresión “invasión cultural” para referirse a aquella acción que se basa en una actitud unilateral de intervención en contextos locales. El cambio cultural, en tal sentido, no puede alcanzarse con métodos tradicionales. Pero no solo se trataba de las relaciones establecidas entre los educadores y los campesinos; más ampliamente, en este sentido, incluso en los asentamien- tos, se reproducían las tendencias paternalistas de la cultura campesina. A este respecto, Williamson (1989) comenta que, “si por una parte avanzaba la orga- nización y conciencia campesina, por otra, en los predios expropiados se tendía a reproducir relaciones paternalistas o autoritarias a las formas de producción campesinas (entre técnicos y campesinos, entre dirigentes y bases)” (p. 8). La cultura del silencio requería un cambio cultural que no era fácil de lograr, y re- quería innovación. Eric Fromm sostendrá que, de los métodos alternativos, uno de los más “impresionante e ingeniosos es el de Freire, que lo experimentó en su programa de alfabetización de adultos con campesinos y trabajadores, primero en Brasil y luego en Chile” (Fromm y Maccoby, 1970, p. 204) [Traducción pro- pia]. Para Fromm, la pedagogía propuesta por Freire es una clase de psicoanálisis político histórico-cultural (Freire, 1994). Es esa práctica pedagógica la que busca cambiar “lo que llamamos ‘cultura del silencio’, introyectada como inconciencia colectiva por los campesinos, [y que] no será mecanicista y automáticamente transformada con el cambio infraestructural realizado por el proceso de reforma agraria”. (Freire, 1972, p. 84) “Todo esto exige que la acción, que se vuelca hacia el aumento de la producción en el proceso de la reforma agraria, sea eminentemente cultural. Vale decir, que
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