Casta y sumisión. Chile a 50 años de la Reforma Agraria

180 – Casta y Sumisión y también, de una ciudadanía activa capaz de participar políticamente en el más amplio sentido posible. De esta manera, uno de los objetivos del gobierno de Goulart era introducir el sufragio universal, lo que requería que el pueblo fue- se alfabetizado; lo cual, a su vez, “hacía necesario contar con servicios adecuados de educación de adultos” (Schugurensky, 2011, p. 21). Los aspectos políticos del método desarrollado por Freire no pasarían inadvertidos para los militares, que dieron el golpe al gobierno de Goulart. Para estos, el método Freire “(…) estaba siendo empleado en un intento de llevar a Brasil al comunis- mo. Los directores de la campaña eran culpables de crímenes políticos. Frei- re, se sugería, había querido crear “cinco millones de robots electorales para los partidos populistas, incluyendo los comunistas”. (Kirkendall, 2010, p. 56) [Traducción propia]. La misma experiencia de alfabetización que había hecho de Freire un referente nacional en el Brasil lo había también llevado al exilio. Estas consideraciones no estuvieron ajenas al momento de emplear a Freire días después de su llegada a Chile ni a lo largo de su trabajo en las instituciones vinculadas a la reforma agra- ria del gobierno y a la educación de adultos, entre 1964 y 1969. En efecto, existió resistencia a su contratación en la Administración de Frei, que lo consideraba un comunista exiliado en Chile a causa de sus actividades subversivas en Brasil, lo que solo se superó haciendo alusión a la condición de funcionario internacional que poseía (Kirylo, 2011) 5 . Como vemos, la situación de Freire en Chile y su par- ticipación en la reforma agraria, como el propio proyecto de transformación del campo, no estuvieron exentos de tensiones. 5 En el mismo sentido, Aravena y Díaz-Diego (2015) escriben: Rafael Moreno señaló para esta in- vestigación que una de las dificultades que debió calcular políticamente, antes de la contratación de Freire, Affonso y otros extranjeros para trabajar en Icira, fue la campaña que probablemente montaría la oposición al gobierno de Frei contra estas contrataciones. Finalmente salvó el pro- blema apelando a la condición de funcionarios internacionales contratados por Unesco y FAO en convenio con Icira. No obstante, las críticas por la extranjeridad de los profesionales al mando de algunos proyectos nacionales, como el de capacitación campesina, se dieron. Enrique Mellado nos informó cómo en las reuniones de negociación síndico-patronal, en las que participaba junto a empresarios del sector agrario, eran constantes las alusiones a los “brasileños que vienen a imponernos cosas acá”, alentados por un gobierno que permitía que “esas personas metieran ideas nuevas a los campesinos”, en contra de sus intereses como patrones, evidentemente. (p. 105).

RkJQdWJsaXNoZXIy Mzc3MTg=