Casta y sumisión. Chile a 50 años de la Reforma Agraria

Algunas reflexiones sobre la obra de Paulo Freire / Daniel Johnson – 177 “(…) para impedir la repetición en el continente de la revolución Cubana de 1959, fomentó reformas socioeconómicas estructurales que mejoraran el nivel de vida de las amplias masas marginadas, se distanció de sus tradicionales aliados oligárquicos y de derechas y favoreció los gobiernos de centro que avalaran el modelo democrático estadounidense”. (Zemelman y Jara, 2006, p. 112). De esta manera, no solo factores internos, que ciertamente fueron relevantes, explican la llegada de la Democracia Cristiana y su Revolución en Libertad al gobierno en 1964, sino también la creciente intervención estadounidense en la región. En este sentido, Kornbluh (2003) comenta que Chile fue designado como una “vitrina para la Alianza para el Progreso” (p. xiii). La coincidencia y alineamiento con una agenda internacional, en combinación con desarrollos de propios del contexto nacional, hicieron posible un proyecto mayor de transfor- mación del campo, en un sistema político que durante las décadas anteriores del siglo xx –crecientemente se podría sostener–, había incluido a sectores sociales fuera de elite, pero que había mantenido al campo como el sector consistente- mente excluido hasta mediados de los años sesenta. “Solo en 1964, al triunfar el candidato del Partido Demócrata Cristiano a la Presidencia de la República, Eduardo Frei, en ardua lucha contra el candidato de las fuerzas de izquierda, Salvador Allende, ambos se comprometieron en sus programas a resolver el problema agrario y, al desaparecer casi del Parlamento en 1965 las fuerzas de la derecha política, se crearon las condiciones para que fuera abordado en Chile el problema de la reforma agraria”. (Chonchol, 1976, p. 603). En efecto, la “situación del sector agrario, que fue al que se incorporó Paulo Frei- re, era, en 1964-1965, una de las más críticas del proyecto democratacristiano” (Williamson, 1989, p. 3), y no solo por afectar las estructuras de propiedad de la tierra sino porque también incluía la promoción de la sindicalización campesina, la alfabetización y la integración de los campesinos a la vida política en general. Si bien estos aspectos eran parte del programa de un partido, existía un cierto consenso nacional sobre la necesidad del cambio agrario, que se había ya iniciado en el gobierno de Jorge Alessandri. El cambio agrario había también recibido el apoyo de la Iglesia católica, tanto mediante la reforma agraria realizada por esta en algunas de sus propiedades cuanto mediante una carta episcopal publicada a comienzos de la década. Con todo, las posiciones respecto de los alcances de la misma eran todo, menos monolíticas, incluso al interior de la propia Democra- cia Cristiana, como quedaría demostrado en el transcurso del gobierno de Frei Montalva.

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