Casta y sumisión. Chile a 50 años de la Reforma Agraria
166 – Casta y Sumisión campesina y, por ende, del campesinado. Ha sido una constante, el debilitamiento, no solo de la vida campesina, sino también de la organización. Y aunque de una u otra manera los campesinos y campesinas, las comunidades indígenas, los trabajadores agrícolas y las mujeres tratamos de resistir y construir un modelo de producción basado en la agroeco- logía, en la recuperación de nuestra cultura, en la posibilidad de continuar nues- tras vidas en el campo produciendo alimentos saludables para la familia, para la comunidad y los sectores urbanos, preservando y recuperando el medioambien- te y luchando por las aguas como un bien común público inseparable de la tierra, esto no será posible si no hay un cambio en las política agraria de los gobiernos y en la toma de conciencia de toda la sociedad, pues la agricultura campesina es un patrimonio nacional también garante de nuestra autosuficiencia alimentaria, y por lo tanto, de la soberanía nacional. Es imprescindible que se entienda que, con estos dos proyectos en disputa, lo que está en juego en la agricultura campesina es la propia vida campesina y la alimentación, como lo es también la soberanía alimentaria para nuestro pueblo. Para los movimientos campesinos y pescadores organizados en la Coordina- dora Latinoamericana de Organizaciones del Campo (cloc-via Campesina), está claro que para enfrentar este modelo hoy, la lucha pasa por abordar el de- bate sobre una Reforma Agraria Integral, Social y Popular. Nuestra apuesta por una reforma como esta –agraria, integral, social y popular– es una formulación colectiva que emana de muchos debates, al calor de muchas experiencias, y te- niendo presente los contraprocesos de reforma agraria que acontecen en nuestro continente en función de las políticas neoliberales. Por lo tanto, nuestra concep- ción de reforma agraria debe interesar no solo a los campesinos, sino al conjunto de la sociedad, especialmente a los trabajadores y trabajadoras que viven en los grandes centros urbanos. Es una señal para que desde los movimientos sociales y populares, y todos los aliados de la sociedad, se manifiesten por un nuevo mo- delo de agricultura, centrado en las necesidades alimentarias de los pueblos, en la defensa de la biodiversidad –que comprende nuestra flora y fauna, así como nuestros recursos marinos–, y se comprometan a defenderlo y sostenerlo. Los pilares de la Reforma Agraria Integral y Popular son los siguientes: 1. Democratización de la tierra: dar garantías de que la reforma agraria no sea solo distribución de la tierra, sino acceso a todos los bienes de la naturaleza y de la producción en la agricultura. Esto comprende todo lo que está en ese territorio, como las plantas, bosques, aguas, minerales, semillas y toda la biodiversidad, prohibiendo el desarrollo de proyectos
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