Casta y sumisión. Chile a 50 años de la Reforma Agraria

Rompiendo el silencio. / Francisca Rodríguez – 163 después de ese “veranito”, llegaron a las espacios generados por la Iglesia donde anidaban las organizaciones campesinas, como el Departamento Campesino de la Vicaria de la Solidaridad en los primeros tiempos de dictadura. Entre la bús- queda de los compañeros detenidos-desaparecidos o encarcelados, las mujeres fueron conociendo la organización y se fueron ensanchando en medio de sus dolores y el miedo a su autorreconocimiento. Se hizo visible la enorme capacidad que había en ellas para continuar trabajando en la tierra y, a la vez, frente a esas circunstancias, ir ocupando espacios en la organización. Con certeza, hoy las mujeres podemos afirmar que en ese periodo surgió la mujer nueva del campo, más consciente de su rol y valor, demandante del derecho que nos asiste a la tierra. Las mujeres no solo fuimos omitidas como asignatarias en la Ley de Reforma Agraria, como he señalado, sino que también, muchas vivieron la inhabilitación de la Reforma Agraria luego del golpe mili- tar, lo que les produjo en primera instancia un tremendo desconcierto, una gran inseguridad acerca de lo justo del proceso. La llegada del Gobierno Popular y la propuesta del presidente Salvador Allende Gossens, dirigida a la profundización del proceso de la Reforma Agraria y del rol estratégico del campesinado para la implementación del programa de gobierno, desató un odio aún más feroz por parte de la oligarquía, que no perdona. Así, desde un primer momento desataron una feroz campaña para acabar con el gobierno popular. Fue este, precisamente, un periodo tremendamente crítico: desde sus inicios, el gobierno de la Unidad Popular se vio enfrentado a violentos intentos por hacerlo fracasar e impedir el avance de la reforma, lo que se hizo patente con la violenta y criminal represión desatada contra los campesinos y el sector reformado. Sin embargo, fue esa misma situación la que hizo que las mujeres asumieran un gran protagonismo para enfrentar la nueva e incierta situación que se empe- zaba a vivir en los campos, y principalmente en las familias donde los hombres tenían alguna responsabilidad en la organización o en la dirección de los asen- tamientos. La Reforma Agraria, un proceso inconcluso La entereza de muchos dirigentes campesinos en la lucha contra la dictadura mi- litar se observó desde un primer momento en la búsqueda de otros dirigentes y campesinos encarcelados o desaparecidos, y en la asistencia a las familias de los compañeros caídos. Se fueron abriendo los caminos de rearticulación de la organización sindical; la solidaridad y la unidad fueron la fortaleza para resistir

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