Casta y sumisión. Chile a 50 años de la Reforma Agraria

140 – Casta y Sumisión debieron salir del fundo y se instalaron en villorrios cercanos. Actualmente, sus hijos trabajan como temporeros en las viñas cercanas. ¿Y las mujeres? El mundo rural anterior a la Reforma Agraria no tenía una consideración espe- cial por las mujeres, las cuales se movían en los espacios domésticos saliendo solo para rituales religiosos y en ocasiones especiales en que la patrona del fundo lo demandaba. Había una marcada segregación de espacios por género, donde la casa y el huerto eran dominios femeninos y los espacios productivos eran mascu- linos. Esto tuvo un fuerte impacto en el momento de la asignación de parcelas, ya que las mujeres en Chile, como en otros países latinoamericanos (cfr. Deere y Leon, 2002), tendieron a quedar excluidas del reparto al ser asimiladas como parte del grupo familiar, desconociéndose así su dimensión productiva o su ca- lidad de jefas de hogar. En dos de los tres casos analizados encontramos que, efectivamente, esa fue la situación, a diferencia de lo ocurrido en los exfundos del sns en el valle del Choapa. De acuerdo a Paz Baraona, en el fundo Nilahue, en la época de los membri- llos, las señoras de los inquilinos del fundo iban a ayudar a pelar membrillos y a cocerlos, lo que se hacía en la casa patronal en una paila de cobre, y un mozo lo revolvía: “Se hacía el dulce de membrillo para la casa y también cada una llevaba un molde para llevarle a sus familias. Había mucha comunidad” (P. Baraona, en Cousiño y Ovalle, 2013:325). Además, la patrona daba clases de formación a las mujeres. Las misiones eran un espacio de encuentro: “ Se preparaban las muje- res con sus mejores tenidas, porque eran un punto de encuentro, era una cosa muy bonita ”. Allí se hacía la primera comunión y luego desayuno para los niños y sus familias, después asado de cordero, carreras a la chilena y al finalizar se acompa- ñaba al cura en procesión (Ibíd.:327). La descripción de las misiones y las clases de formación religiosa de las mujeres de los propietarios de fundos y haciendas a las mujeres e hijos de inquilinos podría extrapolarse a cualquier lugar de Chile donde los dueños de la tierra eran católicos y residían o pasaban temporadas importantes en sus predios. Se demarcaban así los espacios y actividades según género; las mujeres, patronas e integrantes de la familia inquilina se desplegaban en actividades religiosas y domésticas al interior de las casas. En haciendas y fundos dedicados a la ganadería, el peso de lo masculino y la segregación de espacios por género era más marcada aún, y el machismo era compartido por el patrón y los inquilinos. Javier Irarrázaval recuerda los consejos

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