Casta y sumisión. Chile a 50 años de la Reforma Agraria
De logros y fracasos / Loreto Rebolledo – 135 tregaba las aguas, tierras y asistencia técnica y los Comités Campesinos, su fuer- za de trabajo, herramientas y animales. La planificación y control de las faenas agrícolas estarían a cargo de un Consejo Administrativo compuesto por cinco campesinos y por funcionarios de la cora”. (Ibíd.:111). En 1965, cuando la cora adquirió, del Servicio Nacional de Salud, los fundos que formaban la Hacienda Choapa, estos abarcaban 248.000 hás., de las cua- les menos de 6000 eran de riego y 11.000 estaban bajo canal. Vivían en ellos 1120 familias, de las cuales alrededor de 300 lo hacían obligados y los otros eran voluntarios. Se produjo así el primer proceso masivo de reforma agraria donde recibieron tierras, tanto los obligados como los voluntarios. En las reuniones con la cora, las organizaciones de trabajadores agrícolas reiteraron la necesidad de crear asentamientos en sociedad con la dicha Corporación, en la cual tendrían representación las organizaciones campesinas a través de sus dirigentes. Así sur- gieron las sara, Sociedad Agrícola de Reforma Agraria, que posteriormente se replicaron en las otras tierras expropiadas. (Entrevista a Daniel Rey). Cada asentamiento era dirigido por un directorio, “ … a esos dirigentes se les pagaba una jornada para que trabajaran solo en la administración y ellos decidían qué se hacía, en conjunto con los jefes de la cora, decidían qué se plantaba y cómo se explotaba ” (Entrevista a Pedro Araya, exdirigente Cuncumén). Los asentamien- tos estuvieron bajo un sistema mixto, con un porcentaje de propiedad individual en zona de riego y otra de propiedad comunitaria en los cerros. En los fundos de Cuncumén, Panguecillo y Tranquilla, las tierras no alcan- zaron para todas las familias, por lo cual los dirigentes, en conjunto con fun- cionarios de la cora, conversaron con aquellos cuyo puntaje no les daba para quedarse y fueron trasladados a Arica y Rancagua, donde recibieron tierras. La fuerza laboral, nombre con que se designaba a los trabajadores de los fundos, pudieron quedarse en estos una vez instalado el asentamiento: “En mi asentamiento las tierras del común que quedaron, nosotros como par- celeros les fijamos un precio ínfimo, o sea mínimo… por decirle, una hectárea de tierra en dos mil pesos. ¿Para qué? Para tener el título por ese pedazo de terreno… así que la mayor parte de las personas quedaron en el asentamiento”. (Entrevista a Pedro Araya). La producción de porotos de los asentamientos se vendía al Estado y se des- tinaba a los regimientos. El año 68 se armó la Cooperativa Multiactiva Regional del Valle del Choapa, Multirecoop, que reunía a todos los asentamientos de la provincia y contaba con alrededor de tres mil socios: “Llegamos a ser dueños de la
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