Casta y sumisión. Chile a 50 años de la Reforma Agraria

114 – Casta y Sumisión creo, fueron como eso, pero con eso no teníamos ni un peso para pagar la cuota [de la cora]… mi marido no se quejaba, pero era bien duro”. (Exesposa de exin- quilino, 2014, Catemu). “Había mucha gente que, de los mismos huerteros, por ejemplo, no tenían cómo trabajar su pedazo de terreno; no tenían cómo trabajarlo y había parceleros que traían equipo, pero malito e insuficiente también, que a lo mejor tenían un caba- llo, dos caballitos y tenían como para trabajar… qué se yo, una hectárea, un par de hectáreas, pero no para trabajar 10, 15 hectáreas o 20 hectáreas”. (Exinquilino, Rengo, 2017) 34 . Son varios los registros que refieren a un modelo que interpretamos como de repliegue, de vuelta al esencial modo campesino de vivir; solo que luego de los eventos acaecidos se habían debilitado los lazos comunitarios; las familias, sin re- des de apoyo, asustadas y solitarias, debieron enfrentar la existencia desprovistas del contexto estructural que las había acompañado, sea en la época del fundo o durante la Reforma Agraria: “Nunca me había sentido sola, en mi vida, nunca; sí teníamos gente al lado, pero no teníamos a nadie… nadie que nos ayudara, todos estábamos igual de asusta- dos y (…) los otros no sabíamos quiénes eran, si no los habíamos visto antes por el fundo; apenas para comer nos daba el puro rincón que nos alcanzaba para plantar. Y ahí el papá se fue para abajo nomás, pues. Vendió de pura desespe- ración, yo creo, ¿qué más iba a hacer?”. (Hija de exinquilino, Los Andes, 2013). Un segundo tipo de respuesta observada se basa también en una apuesta que tiende al equilibrio, con la voluntad de trabajar la tierra de manera más extensi- va, acudiendo a redes de apoyo privado con el fin de cultivar toda la parcela en rubros convencionales. “Nos entregaron parcelas sin tener ninguna herramienta ni nada, así nomás, y a depender de los préstamos porque ya, en el asentamiento, como que estábamos en el fundo pagándonos un sueldo ya, sembrando todos los terrenos; entonces todos nos colgábamos de un sueldo. Pero después ya nos entregaron las parcelas, y eso se terminó pues. Hubo que comenzar a trabajar las parcelas y sin tener nada. Depender de los préstamos del Banco del Estado, y con harto gasto pues (…) y, por ejemplo, no nos valió nada mucho haber recibido nuestros terrenos, si tuvimos que vender, casi regalarlos”. (Hijo de inquilino, Rengo, 2017) 35 . 34 Registrado en entrevista trabajo grupal alumnos/as Antropología Rural, Facso, 2017. 35 Registrado en entrevista por trabajo grupal alumnos/as Antropología Rural, Facso, 2017.

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