Casta y sumisión. Chile a 50 años de la Reforma Agraria

104 – Casta y Sumisión ban las localidades, pues entendían que su gestión incluía también votos asegu- rados para las próximas contiendas electorales: “El campesino, el peón, ellos se tomaban los fundos pero eranmás porque tenían unos… cómo le dijera yo, venía gente de los pueblos, de la ciudad, de Santiago, de distintas partes venían, organizaban a los trabajadores en grupos y cosas así, y se tomaban los fundos”. (Hijo de inquilino, Rengo, 2017) 17 . La bandera chilena enarbolada, aviso y símbolo claro de una demanda campesina por la expropiación de un fundo, normalmente era aportada por funcionarios o militantes de partidos que habían preparado el escenario, estando los funciona- rios del Estado muy atentos a su registro y actuación: “Sí, yo repartí muchas banderas, porque las banderas eran el incentivo, teníamos que mostrarles que la patria eran también ellos, que la bandera no era solo del patrón, sino también de ellos; y les dábamos clases, como que los aleonábamos para que se tomaran los fundos… era la única forma que se lo tomaran, y cuando se lo tomaban ya teníamos lista las actas, aparecíamos con la cora y llenábamos las listas con los que aparecían… era la única forma”. (Exregidor, Quillota, 2007). La contrapartida era clara y las respuestas no se hicieron esperar. Las noticias de fundos tomados circulaban de boca en boca en los campos y los procesos de reforma iniciados se sucedían con impresionante rapidez. No había tiempo que perder, la consigna de la época era no parar y el proceso se desencadenaba, al mismo tiempo que las firmezas patronales se dividían en dos tendencias polares: la entrega y la resistencia. En muchos casos observamos resignación a los procesos legales y las nego- ciaciones eran la forma correcta para muchos que entendieron que la historia no podía detenerse: “Aquí los patrones se fueron nomás, de un día para otro desaparecieron y nunca supimos más de ellos, como que tiraron la esponja, digamos”. (Esposa de exin- quilino, San Fernando, 2012) 18 . Tampoco era malo para los patrones quedarse con una “reserva” de 80 hectáreas de riego básico, que normalmente correspondieron a las mejores tierras, las más productivas y con disposición de aguas permanentes si era el caso. De esta mane- ra, las superficies reales que permanecían normalmente correspondían a fundos exclusivos que alcanzaron los varios cientos de hectáreas físicas. 17 Registrado en entrevista por trabajo grupal alumnos/as Antropología Rural, Facso, 2017. 18 Registrado en entrevista por trabajo grupal alumnos/as Antropología Rural, Facso, 2012.

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