La ciudad como campo de estudio morfológico: Escenarios latinoamericanos en tiempos de crisis
446 05 Teoría e historia de la ciudad po se institucionalizaron las primeras normas de diseño y construc- ción antisísmicas de Chile (Arenas et al., 2010). Poco después, en 1931, se dictó el Decreto con Fuerza de Ley N° 345, en el cual se creó la Ley General y se incluyó la Ordenanza General de Urbanismo y Construc- ción. Ambas normas empezaron a regir a contar de 1936, año en que fueron publicadas en el Diario Oficial (Fernández y Holmes, 2009). Entre fines del siglo XX e inicios del XXI, los eventos sísmicos observados muestran cambios cualitativos en la respuesta del Estado, respecto de lo sucedido hasta 1985. En este periodo los terremotos se concentraron en la zona norte de Chile: Punitaqui (1997), Tarapacá (2005), Tocopilla (2007), Cobquecura (2010), Iquique (2014), Coquimbo (2015). En el sur del país: Chiloé (2016). En esta etapa surge incipientemente un nuevo enfoque, ba- sado en la gestión integral de los desastres, principalmente de origen sís- mico, visibilizando los riesgos en el territorio, las estructuras construidas y la población. Los desastres se presentan cuando se desencadena “una fuerza con poten- cial destructivo (amenaza), y encuentra condiciones de debilidad ante esa fuerza, o incapacidad para oponerse a sus efectos (vulnerabilidad)” (Vargas, 2002). Los desastres son fenómenos sociales, ya que los sucesos naturales devienen en desastres solamente cuando afectan a las personas; comportan, por tanto, destrucción de vidas humanas, del medio y de las condiciones de subsistencia. En la idea de confeccionar políticas públicas acertadas en materia de de- sastres deben enfocarse tanto en las amenazas como en la vulnerabilidad de las comunidades expuestas, abordando las acciones de la prevención, la mitigación y la reconstrucción. Significa esto, orientarse hacia una concep- ción holística del riesgo, que considere no sólo las variables geológicas y estructurales.También son fundamentales las económicas, sociales, políticas y culturales (Cardona, 2001). En esta medida, el desastre sísmico menoscaba el sistema de valores que entrañan los bienes del patrimonio chileno, sea este local, nacional y/o mundial. Como se sabe, el riesgo de desastre es producto de la amenaza y la vulnerabilidad. Una amenaza es un fenómeno (como un terremoto) que encierra el potencial de causar trastornos a los bienes culturales. La vulnerabilidad, a su vez, es la exposición de un bien cultural a la amenaza. Mientras que la amenaza es la fuente externa de un desastre, la vulnera- bilidad es la debilidad intrínseca del bien (puede deberse a su ubicación o a sus características específicas). Por consiguiente, es posible prevenir o, como mínimo, reducir considerablemente sus efectos, reforzando la resiliencia de los bienes del patrimonio que deben preservarse, incorpo- rándolos en las políticas públicas, a través de planes de manejo de riesgos.
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