La ciudad como campo de estudio morfológico: Escenarios latinoamericanos en tiempos de crisis
437 Pero más importante que las diferencias dimensionales son las diferencias conceptuales entre los modelos. El tamaño de las manzanas, que es el mó- dulo esencial en el Ensanche de Barcelona (Soria, Puig, 1999), medida en la que Cerdà más se fija y para la cual realiza mayor sistematización para de- terminarla, no es el módulo que genera las medidas de la ciudad en el “mo- delo clásico”, sino la Plaza Mayor de cada una de las ciudades, a partir de la cual se genera, por extensión del trazado de las calles que la bordean, las manzanas que componen la ciudad –especialmente las ocho que rodean a la plaza en el esquema cuadricular–. Por esto, la medida de la plaza establece el resto de las medidas. ” Así, el núcleo esencial es la plaza, corazón y centro de la urbe, que da el módulo y medida de la totalidad… ” (Bonet Correa, 1977: 685). En relación al tamaño de este módulo, en Hispanoamérica se evidencia una gran variación dimensional –hecho constatable tanto cartográfica- mente como con aerofotografía–, probablemente con más de 50 me- tros de variación –de lado– entre las plazas mayores más pequeñas y las más grandes, lo que indica que no parece existir una medida estándar y que por tanto el modelo cuadricular hispanoamericano es un esque- ma geométrico sin escala determinada. Por tanto, tenemos que, aunque Cerdà sí trata de razonar el porqué de un tamaño de manzana, en una búsqueda operativa y sistemática, en el contexto hispanoamericano co- lonial la regularización de este módulo no parece ser tan importante. Quizás la diferencia conceptual mayor radica en la interpretación de que es un sistema no jerarquizado debido a la repetición de elementos iguales, interpretación que se infiere pero que no es totalmente explícita. En reali- dad, la ciudad colonial arquetípica, aunque ciertamente se compone muchas veces de elementos repetidos, es un sistema muy jerarquizado, cuyo núcleo es la plaza mayor, punto centrípeto y centrífugo a partir del cual crecía, se articulaba, y funcionaba la ciudad, y que concentraba los principales po- deres de la urbe en él. En esta afirmación sobre la ciudad hispanoame- ricana coinciden tanto De Terán (1989) –en El sueño de un orden – como Aguilera Rojas (1994) –en Fundación de ciudades hispanoamericanas–. No obstante, a pesar de existir ciertas diferencias dimensionales y con- ceptuales, la influencia de las ciudades hispanoamericanas en el Plan de Ensanche de Barcelona es clara, contundente, y sobre todo, estructural. Más allá de un diseño formal específico, en ambos casos se manifiesta el “deseo de un orden”, eminentemente práctico y simbólico en el caso his- panoamericano, y con la adición de un componente científico y racio- nalizador en el caso del Plan Cerdà. Este orden se encuentra además acompañado de una capacidad de expansión en la que puede mantener- se su esquema compositivo básico con la repetición de los elementos, ca- lles y manzanas, “vías” e “intervías” –como denomina el propio Cerdà–.
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