La ciudad como campo de estudio morfológico: Escenarios latinoamericanos en tiempos de crisis
428 05 Teoría e historia de la ciudad 2. Urbanismo del siglo XIX Si bien la actitud de asumir el diseño de la ciudad a la manera del diseño de un edificio fue asumida por los arquitectos “modernos” del Primer Renaci- miento del siglo XV, la aplicación de dichas ideas no pasó de algunas inter- venciones puntuales en ciertos barrios de las urbes medievales. Para historia- dores como Pevsner, Benévolo o Castex, las reformas urbanas desarrolladas a finales del siglo XV en ciudades como Ferrara, Urbino o Pienza son fiel reflejo de este cambio de paradigma; sin embargo, en el caso de Europa, los sueños renacentistas de la “ciudad ideal” se quedarían por el momento en desarrollos específicos como Palmanova –ciudad italiana fortificada del siglo XVI– o en el papel, como la Sforzinda de Il Filarete. Cabe señalar que en la América Española dichas ideas sí se lograron materializar a una escala im- portante, pues, según Benévolo (1968), el esquema urbano ideado en Amé- rica en las primeras décadas del 500 es el único modelo de ciudad producido por la cultura renacentista y controlado en todas sus consecuencias ejecutivas. Volviendo al escenario europeo, es en el siglo XIX cuando las utopías ur- banas planteadas durante 300 años se encuentran en un contexto social, político y económico que cuenta con la capacidad de llevarlas a cabo. El siglo inicia con una fuerte crítica a las consecuencias del desarrollo de la Revolución Industrial en el espacio urbano (Alarcón, 2002), requirien- do que las antiguas capitales imperiales europeas se adapten al aumento de población urbana, a la incorporación de mayores centros de produc- ción, almacenaje e intercambio de productos, y a la aparición de nuevas edificaciones y espacios públicos representativos del poder republicano. Como bien relata De Terán (1999), en este período se pueden identificar claramente dos posturas adoptadas por los profesionales de la época para la reforma y/o ampliación de grandes áreas urbanas e incluso para la construc- ción de nuevas ciudades; por un lado se encontraría una iniciativa “estético prestigiosa”, derivada de la actitud neoclasicista e historicista que buscaría rescatar y aplicar los ideales renacentistas y barrocos enfocados en la jerarqui- zación, la perspectiva, y la monumentalidad de las ciudades, y teniendo como elocuentes exponentes de la época los casos de la reforma de Haussmann para París, el Ringstraße de Viena o el National Mall de Washington. Por el otro lado se encontraría la postura “técnico racional”: pragmática, ordenada y fiel representativa de la retícula ortogonal que puede apreciarse en amplia- ciones u ordenamientos de ciudades europeas como Edimburgo, Glasgow, o Berlín a principios del siglo XIX, o años más tarde en el caso de La Plata en Argentina. Si bien la primera era la postura más vanguardista por los profe- sionales de la época,en el caso de España dominaba la segunda aproximación. Para De Terán, Cerdà se encontraría –por contexto y por demostración
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